¡Vamos a la feria!, pero… ¿a cuál? El movimiento librero paceño en espacios cerrados, en las calles y en lo digital

Partiendo de la música de Bach y las lecturas que el músico prefería, Juan Pablo De Rada construye la historia del intenso movimiento librero en la ciudad de La Paz. Un movimiento que sabe abrirse paso tanto en espacios oficiales –como la Feria Internacional del Libro y librerías especializadas–, como en aquellos más bien alternativos, como son las ferias callejeras –con el Sindicato de Librerías, Editoriales Independientes y Autores René Zavaleta Mercado– y el espacio digital (que siempre bordea la ilegalidad). Aceptemos pues la invitación del autor para sumergirnos en las complicaciones de un rubro que nunca quedará obsoleto.

Es inevitable. Cuando uno escucha la música de Bach emergen pensamientos, ideas, la mente se recrea y al hacerlo, comienza a crear. Esto es más o menos lo que afirma el académico inglés John Eliot Gardiner en su obra La música en el castillo del cielo (Gardiner, 2015). No por nada el músico teutón publicaba, junto a su afamada frase, “Por la mayor gloria de Dios”, la expresión “o para la recreación de la mente”.

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El oficio de librero callejero permite el encuentro “al paso” con lectores potenciales. Feria del Libro Académico, atrio UMSA 2021 / Fotografía: Lourdes Reynaga.

Los generadores de esta lógica son los libros. Bach tenía un total de 80 libros en su gaveta personal. Gustaba de textos filosóficos que trataban sobre la muerte, así como manuscritos de índole religiosa. Su favorito era el reformista alemán Martín Lutero. Bach estaba obsesionado con la religión, pero desde el pensamiento filosófico. Le interesaba la muerte, pero como un paso hacia la eternidad (Geck, 2000).

Adquirió sus libros en la Feria de Libros de Leipzig. Dicha urbe alemana, para el siglo XVII, tenía una economía mercantil. En la plazoleta central del poblado, mercaderes de todos los confines del centro de Europa se asentaban a vender artículos, entre ellos, textos escritos (VV. AA, 2012), cientos de ellos, forrados con cuero de oveja, cosidos de manera artesanal y con pulpa de celulosa elaborada por técnicos en alambiques. Los europeos aprendieron a fabricar papel gracias a la afluencia de mercaderes y aventureros que venían desde el Asia. Los pergaminos eran muy frágiles, pero la tecnología china del papel ayudó en gran medida al avance de los textos.

Cabe imaginar a Bach saliendo de la Iglesia de Leipzig, su lugar de trabajo, para toparse, justamente al frente, con la feria de mercaderes de dicha localidad. Seguramente caminaba entre los mercantes para encontrar ropa, quién sabe si instrumentos musicales, pero también –y sobre todo– esos textos que leía y le fascinaban.

No había censura entonces. Martín Lutero había triunfado sobre la represión de la mente y todo el norte de Europa gozaba de un espíritu de libertad del pensamiento. Textos de ingenieros, novelas de escribidores, libros de fórmulas y números, tratados filosóficos y también volúmenes de pensamiento religioso. Estos últimos podían ser leídos libremente en la intimidad de los hogares y no necesariamente en los fríos recintos de una iglesia.

Si esa feria no hubiera estado ahí, probablemente gran parte de la música de Bach no hubiera sido la misma. Los entendidos consideran que sus melodías tienen una complejidad muy grande, que hace que cada instrumento tenga voz propia, y los tonos de Bach sean considerados una expresión de la complejidad de la sociedad. Sin Bach no hubiera sido posible Mendelssohn en el XIX. Sin Bach, no hubiera sido posible Mozart en el XVIII. Sin Bach no hubieran sido posibles The Beatles, Astor Piazzolla o Deep Purple en el XX. Y todo gracias a una feria de mercaderes de libros.

De Fráncfort a La Paz

La feria de mercaderes de Leipzig no era la más grande de ese entonces, en referencia a la mercancía de libros. La feria más grande era de la Fráncfort. Era el siglo XV y Johannes Guttenberg había creado un invento fantástico. Se trataba de un sistema de roscas mecánicas de hierro y manivelas de madera. Su lógica: imprimir (VV. AA, 2012). Así había nacido el que es considerado, por buena parte de las y los historiadores de la ciencia, el invento más glorioso de la humanidad. Sin la imprenta de Guttenberg, las editoriales hoy no existirían. Fue el inicio de una aventura con olor a papel.

Guttenberg desarrolló su invento en Maguncia, pero fue Fráncfort la que dio origen a lo que hoy son las ferias de libros. Seis siglos después, en este 2022, la Feria del Libro de Fráncfort es la más grande del mundo.

Ya en pleno siglo XX, la ciudad de La Paz ostentaba el título de sede de gobierno. Los liberales se habían afincado en el poder y su lógica ya no era la mercantil de los tiempos medievales de Fráncfort. Su mirada era el liberalismo. Lo único que une al mercantilismo con el liberalismo son las divisas. Los liberales deseaban una urbe con mercancías, por eso unieron a La Paz con el océano Pacífico y con la red ferroviaria que ya había llegado a Oruro en 1892, de la mano de Aniceto Arce. Así llegaron migrantes y también ideas. Fueron dos migrantes de Cataluña quienes trajeron el concepto de librerías a Bolivia, uno era Arnó y el otro era José Gisbert y Casanovas.

En 1906 se abrió la Librería Arnó (VV. AA, 2012) y fue el primer intento de importar textos de otras latitudes. La tenía fácil, aunque no parezca creíble. Arnó no tenía que traer los libros desde Europa, le bastaba hacer el pedido a Buenos Aires. ¿Nos parece familiar? Muchos libreros hoy en día hacen lo mismo. Arnó podía hacerlo porque los liberales se lo permitieron. Gracias al ferrocarril que unía Oruro con Antofagasta, podía acceder a vapores que comunicaban a dicho puerto con los muelles de la antigua Santa María del Buen Ayre. El único escollo radicaba en unir el tramo La Paz-Oruro por medio de carretas y caballos, donde el mayor obstáculo era el tiempo, porque caravanas unían diariamente las dos ciudades más liberales en su momento. Para 1913, Arnó la tuvo más fácil aún, el ferrocarril llegó hasta Viacha, pero tenía una facilidad incluso mayor, para ese año la localidad paceña estaba conectada al puerto de Arica.

Arnó vendió entonces su negocio a José Gisbert y Casanovas (Tinkazos, 2012). Gisbert, para la década de los 30 del siglo XX, tenía otra gran ventaja: se había terminado de construir el ferrocarril Uyuni-Villazón. Ya no era necesario contratar fletes de vapores en Arica o Antofagasta, sencillamente podía traer textos directamente de Buenos Aires a través de veloces locomotoras. Los argentinos ya tenían acabado el tramo La Quiaca-Buenos Aires desde fines del XIX. Pero al negocio librero le faltaba algo. No todo es cultura, sino hacer negocios. La base de toda editorial está en conseguir que se convierta en un ente sustentable. Ese espíritu llegó desde Alemania bajo el nombre de Werner Guttentag.

Werner reunía dos elementos clave en su haber; por un lado, la técnica germánica de las imprentas y, por el otro, su origen hebreo que se depositaba en un excelente manejo de las finanzas. Imprenta y finanzas, esa era la base de una buena editorial. Para 1945 había fundado Los Amigos del Libro. Sus textos eran de papel sábana y recogía el modelo de la editorial argentina Tor, un tipo de texto que era barato y accesible al público platense. Pues en Bolivia, Guttentag deseaba hacer lo mismo. No solo había incluido un texto accesible, sino que había trabajado en el marketing de los textos. Los Amigos del Libro incorporó una frase, a manera de eslogan, que estuvo impresa en todos los libros que producían: “No leer lo que Bolivia produce es ignorar lo que Bolivia es”. La que se volvió un lema que se grabaría a fuego en la mente de lectoras y lectores de todo el país.

Pero Los Amigos del Libro había adoptado otra estrategia: crear ferias de libros. Guttentag sabía muy bien que históricamente, en Alemania, los libreros antiguos habían creado ferias para promover y distribuir sus manuscritos. Pues en el XX, el teutón de reminiscencias hebreas había decidido crear un intento de feria. En 1976, Peter Lewy, la mano derecha de Guttentag en su editorial y además gerente de la misma, organizó una feria de libros en el paseo de El Prado (El Diario, 2021). Al evento asistió el mismo alcalde de entonces, Mario Mercado. Lewy también fungía como presidente de la entonces Cámara Departamental del Libro de La Paz.

La feria fue criticada por la opinión de políticos locales, ya que “afeaba a la ciudad” y no tuvo perseverancia en su existencia. Hubiera sido una belleza que la feria del libro de La Paz se mantuviese constante desde ese año, ya que la de Buenos Aires tan solo se había creado dos años antes de esa versión paceña, en 1974. Pero la miopía política local no lo permitió. Tuvieron que pasar dos décadas para que emergiese nuevamente un intento de feria de libro, esta vez con mayor constancia hasta nuestros días.

Lo cierto es que las calles paceñas ya tenían una genealogía de emprendimientos librescos, con marketing incluido y búsquedas de mercados posibles: ferias.

Finalmente, en 1996 pudo desarrollarse la primera versión de la Feria Internacional del Libro. La diferencia con la de 1976 es que la de El Prado era al aire libre. La de 1996 incluyó el concepto moderno europeo de los recintos cerrados. Entre 1996 y 1999 la feria creció de manera exponencial. Para ese año, la Feria Internacional del Libro se había “rajado” en grande, al traer al mundialmente famoso escritor de best-sellers, Paulo Coelho. El escritor brasileño estaba en su mayor momento de gloria en el mundo de las letras y accedió cuando los organizadores de la feria de entonces lo invitaron.

Tres miradas, tres actores

Los espacios oficiales

Las oficinas de la Cámara Departamental del Libro de La Paz se encuentran en la calle Capitán Ravelo, en plena zona de San Jorge. Ahí está el búnker de los organizadores de la Feria Internacional del Libro. En su historial tiene como hito haber desarrollado el primer intento de feria que fue en 1976. Su mérito mayor es haber logrado la consolidación de dicha feria en un recinto cerrado, como fue la versión de 1996. Desde ahí, no han parado de crecer.

Su actual presidente es David Pérez Hidalgo. Pérez es gestor cultural y, entre otras cosas, es cofundador de uno de los grupos de divulgación cultural más exitosos de las redes: “Fotos antiguas La Paz”. Este grupo, hasta la fecha, está integrado por un total de 181 mil miembros, según información de Facebook. Ni qué decir acerca de las métricas de posts compartidos y de reacciones a cada publicación. También colaboró en la publicación de textos de fotografías antiguas en diferentes latitudes del país.

Según Pérez Hidalgo, la Cámara Departamental del Libro se creó en el año 1945. Según información del portal de la misma, tiene un total de 58 afiliados. Cuando nos referimos a los afiliados, hablamos de editoriales que están constituidas por dos elementos: cuentan con un espacio físico de venta, es decir una librería, así como una editorial, es decir, un equipo que se encargue de realizar la corrección ortotipográfica y de estilo, el diagramado, la corrección de maquetas, y un número considerable de escritores que publican sus obras en dichos entes.

Recordemos que la lógica de las librerías llegó de la mano de Arnó en 1906 y de Gisbert en 1930, y la mirada de una editorial con fines económicos tuvo su comienzo con Guttentag en 1945. Entonces, librería y editorial son la base de las modernas editoras paceñas del siglo XXI.

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El riesgo de espacios oficiales radica en que la institucionalidad priorice la estética por encima de lo que importa realmente en una feria del libro, es decir, los libros. Stand Iquique FIL La Paz 2022 / Fotografía: Lourdes Reynaga.

Las editoriales que la Cámara del Libro cuenta como asociadas se podrían dividir en tres tipos de emprendimientos.

Por un lado, están las empresas de ventas masivas, como, por ejemplo, Librería Yachaywasi, Plural o El Baúl de Libro. Incluso en las primeras versiones, allá por inicios de los 2000, esta última ofrecía, en el viejo recinto de Bajo Següencoma, un espacio de venta de textos “al por mayor”. Muchos libros no eran repetidos y prácticamente el que encontraba el mejor libro entre el montón de textos superpuestos, se podía llevar joyas literarias o teorías en papel. Plural se ubica en la calle Rosendo Gutiérrez y avenida Ecuador, en donde también cuenta con una imprenta. Yachaywasi tiene tal vez la librería más grande de La Paz, y por ende de Bolivia, en su locación en el pasaje Trigo, por los alrededores de la Universidad Mayor de San Andrés. Dicha empresa librera tuvo también sucursales en la Zona Sur de La Paz, así como en la urbe cochabambina. Fue y es todo un emprendimiento de corte empresarial.

También operan ONGs, como la Fundación Xavier Albó, el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA) o La Libre, que pertenece al Centro de Documentación en Información de Bolivia (CEDIB). La Fundación Xavier Albó tiene sus instalaciones en la calle Chaco, en la zona Cristo Rey en La Paz, en donde cuenta con una amplia gama de textos especializados en ciencias sociales. Basta mencionar que ahí se expone la obra del sacerdote jesuita, el antropólogo de la Universidad de Cornell, Xavier Albó, el mismo que da nombre a toda la fundación. Este es un emprendimiento que se cierne sobre la figura emblemática de un investigador. La Libre no tiene sede en La Paz, sino en Cochabamba, un aspecto que describe muy bien el rol literario en la denominada “Llajta”.

Por último, se encuentran las editoriales especializadas en literatura, un aspecto que habla muy bien sobre la salud del mundo narrativo literario en el espectro boliviano (el mundo de la poesía es otro cantar). Por ejemplo, se encuentran editoriales como 3600 o El Cuervo, todas ellas con equipos a cargo de la corrección de estilo, así como del diseño gráfico y un pulido manejo del marketing.

Para entender la filosofía de la Cámara Departamental del Libro de La Paz, tuve una conversación con David Pérez Hidalgo, con la idea de conocer a uno de los actores de este mundo libresco paceño. Pérez mencionó lo siguiente:

La misión de la Cámara del Libro es pues promover la lectura, incentivarla; por lo tanto, también la escritura, y a eso va. Nosotros somos una institución privada sin fines de lucro que organizamos una gran feria y nos debemos a nuestros asociados, mucha gente cree que somos una institución estatal y paraestatal, y vienen a buscar una ayuda que lastimosamente no podemos dar, porque no tenemos los recursos, no tenemos los mecanismos, pero hacemos lo posible. Entonces, nos debemos a nuestros asociados, que son más de 60, entre libreros, editores, importadores, distribuidores… Entonces, ¿qué quieren nuestros asociados?, vender. Nosotros como institución queremos difundir la lectura y los objetivos de una feria son, creo yo, vender a mejores precios, dar facilidades al público para que acceda a los libros. (D. Pérez Hidalgo, comunicación personal, 30 de junio de 2022)

La explicación de Pérez Hidalgo recoge el sentido de las librerías de Arnó y Gisbert en 1906 y 1930, respectivamente, y la mentalidad de la venta y accesibilidad del público al texto que, de alguna manera, acuñó Guttentag desde 1945. El espíritu libresco de la primera mitad del XX se sigue sosteniendo en el sentido del tiempo, aún con las nuevas miradas propias de la centuria del XXI.

Las ferias callejeras

Personalmente participé en dos versiones de ferias callejeras que el Sindicato de Librerías, Editoriales Independientes y Autores “René Zavaleta Mercado” organizó en la ciudad de La Paz; para ser más preciso, en la denominada Plaza del Bicentenario. Dicha plazoleta es el epicentro de las ventas callejeras de la urbe paceña. Las ferias constituidas en la Zona Sur no gozan de salud en cuanto a promoción de libros, pese al poder adquisitivo de su población.

El secretario de dicho Sindicato es César Uscamayta. César fue parte de la emergencia de la Librería Subterránea. Esta entidad tuvo un crecimiento enorme durante la pandemia, más aún en tiempos en que la cuarentena rígida del año 2020 se establecía en la urbe paceña. Con mucha visión, la Librería Subterránea se expandió bajo dos lógicas: el uso de redes sociales virtuales como órganos de distribución y venta de textos, y el empleo de las mismas para crear y difundir programas audiovisuales de temática cultural. La estrategia funcionó, ahora dicha librería posee dos puntos de venta: uno ubicado en la Galería Subterránea de la avenida Mariscal Santa Cruz y, el segundo, frente a la Universidad Mayor de San Andrés. Hoy César regenta parte de la librería Ciudad Libro.

La dinámica de las ferias callejeras organizadas por el Sindicato recoge el espíritu de las primeras ferias medievales de las vías francforteses del siglo XV. Son ferias al aire libre en medio de plazoletas céntricas. Debo reconocer que en su seno se encuentran también una gama de emprendimientos que aquí matizaré. Existen tres tipos de emprendimientos a saber:

Por un lado, está la clásica librería, teniendo en cuenta que están presentes, por ejemplo, la misma Ciudad Libro y El Baúl del Libro. Ambas librerías tienen un radio de acción que abarca tanto las ferias callejeras del Sindicato, como las ferias en recintos cerrados que organiza la Cámara Departamental del Libro de La Paz.

También se encuentran las librerías como Sobras Selectas, que vende libros de segunda mano, pero con un valor como reliquia que no tiene parangón alguno en el ámbito local. Sobras Selectas debe ser la única librería que se especializa solo en textos-reliquias en la ciudad de La Paz. Otras librerías venden libros “usados”, pero de todo tipo y calibre. Sobras Selectas, en cambio, puede proporcionar textos que son primeras ediciones, así como libros rebuscados con una gran antigüedad. En Buenos Aires existen varias de estas librerías especializadas en reliquias. Sobras Selectas es la única de su tipo en La Paz.

Finalmente, están las editoriales independientes o colectivos, tal el caso de “Mama Huaco”, que tiene una clara afinidad ideológica anarquista y que promueve los libros de la antropóloga Alison Spedding Pallet. Asimismo, se encuentra el “Tambo Colectivo Ch´ixi”, que tiene su sede en la calle Zudáñez de la zona de Tembladerani, donde se imparte un modo de vida que entrelaza el trabajo académico con el trabajo físico, asociado a la agricultura urbana. De mentalidad colectiva, el “Ch´ixi” promueve textos que en su mayoría pertenecen a la socióloga Silvia Rivera Cusicanqui.

Según César Uscamayta, el Sindicato de Librerías, Editoriales Independientes y Autores “René Zavaleta Mercado” fue fundado en septiembre de 2018. Uscamayta, que se define ideológicamente como trotskista, afirma, sobre la filosofía del Sindicato:

En general, siempre se ha tendido a que la organización sea independiente a toda instancia estatal, a que trate de ser más democrática en torno a las tendencias que hay editoriales, y está vinculada a los pensamientos que cada uno difunde, y en ese sentido, esas son las características centrales. El Sindicato asocia a gente que por su pequeñez no puede estar en la Cámara del Libro, aunque hay librerías que están en la Cámara, así como el Sindicato, pero hay un mar de gente que se apoya en el Sindicato para hacer estas ferias, y que no son tomadas en cuenta. Queda pendiente una mayor consolidación de alianzas con autores, precisamente yo creo que ha sido otro sector relegado, en el tema de libros, y eso queda como tarea pendiente. Estructurar más alianzas con autores, en la medida que las ferias que organizamos se vayan consolidando también”. (C. Uscamayta, comunicación personal, 28 de junio de 2022)

La mentalidad del Sindicato, con base en la filosofía generada por César Uscamayta, nos lleva a los mercaderes del siglo XV en la Fráncfort de ferias mercantiles a la par de plazoletas. Pero nos manda hacia la lógica de aquellos libreros antiguos que tenían dos elementos: el espíritu de la venta individual por el rol artesanal que caracterizaba a estos entes, y la llegada de un sinfín de autores que se promocionaban en ferias, dejando bien claro que estos espacios eran y son lugares para que escritores desconocidos se promocionen y se hagan conocer ante el público lector.

Otra concepción es que la Cámara parecería seguir la lógica industrial del libro, y el Sindicato el rol de los artesanos del texto. Industriales y artesanos, dos entes que nacen en el mismo seno de la producción, pero en donde uno recoge un espíritu más antiguo (artesanos), y el otro admite un movimiento más reciente (industriales). 

Libros bolivianos en PDF

En tiempos de pandemia, el formato del PDF se extendió en gran medida entre quienes disfrutan el hábito de la lectura. Primero, por su fácil acceso a través de formatos electrónicos como el Facebook y el Google Drive, así como su disponibilidad a toda hora, durante todo el día, semanas, meses y hasta años, siempre y cuando “la nube” digital estuviese ahí disponible.

Libros Bolivianos en PDF fue creado el año 2015 por el historiador y gestor cultural, Giovanni Bello. Mientras Giovanni iniciaba sus cursos de maestría en los Estados Unidos, en la Universidad de Cincinnati, este no dudó en establecer un grupo digital donde el formato de difusión libre de textos de autores bolivianos pudiera llegar a investigadores y lectores en general. Ahora, el candidato a doctor en historia de la Universidad Stony Brook en Nueva York, gestiona un grupo colectivo que tiene en su haber dos carpetas bajo el sistema del Google Drive con más de 1500 títulos liberados.

En un diálogo que tuve con Giovanni, este me comentó que su finalidad era otorgar un libre acceso de textos al público en general. Bello se considera de ideología marxista y esta lógica, en sus propias palabras, lo ha llevado a buscar el “materialismo de los textos”. Ese materialismo está referido a la idea de hacer palpable un espacio con accesibilidad a información. Durante su estadía en universidades de los Estados Unidos, se dio cuenta de que los textos son una forma de “poder del conocimiento” y que una forma de ostentar poder dentro de las universidades del Hemisferio Norte es a través de la posesión de “grandes bibliotecas con temáticas especializadas” (G. Bello, comunicación personal, 29 de junio de 2022). Por ejemplo, en palabras de Bello, la mayor universidad de textos latinoamericanos que existe es la Universidad de Texas. Incluso dicha casa superior de estudios conserva textos inéditos latinoamericanos que no se encuentran en ninguna otra latitud, ni siquiera de Latinoamérica.

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La inversión en banners promocionales, mobiliario, equipo audiovisual, luces y distintivos, proporciona una imagen agradable, sí, pero en la que los libros se convierten en meros accesorios decorativos. Stand Iquique FIL La Paz 2022 / Fotografía: Lourdes Reynaga.

Estos aspectos llevaron a que Bello pensase en que estas diferencias entre las bibliotecas norteamericanas y bolivianas, debían tener un ajuste en el rol de la accesibilidad de textos para los académicos bolivianos que no podían llegar a una universidad “gringa”.

El mismo Giovanni Bello se tomó la molestia de escanear más de un centenar de textos que de alguna manera se desconocían en Bolivia y que irónicamente tenían como objeto de estudio al mismo espacio boliviano.

Dicho trabajo, loable desde muchos puntos de vista, se cierne sobre una lógica, la de promover un espacio difusor de textos, pero también como un espacio generador de propuestas, ya que los académicos que recurrieron a dicha base de textos, desde el año 2015 hasta la fecha, han tenido que producir un sinfín de otros textos. Por lo cual, estos entes digitales, que parecería que atentan contra la producción de editoriales y la venta de librerías en el ámbito local boliviano tienen también otra arista poco analizada y estudiada, que es la generación de más textos que irónicamente pueden alimentar al acervo de editoriales y librerías locales.

En resumen, producir más textos.

De los recintos

Campo Ferial Chuquiago Marka

El viejo recinto donde hacían sus ferias los de la Cámara Departamental del Libro de La Paz no era más que un conjunto de galpones localizados en el mismo lugar donde está hoy el nuevo campo ferial. Toscos y fríos, dichos espacios carecían de ventanas para dar lugar a la iluminación natural.

El año 2011, el gobierno central, a través del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, autorizó un desembolso de 66,3 millones de bolivianos para erigir el “Campo Ferial Chuquiago Marka”. El diseño ostentaba una estética con ventanales erigidos hacia la avenida Costanera, con tal de dotar de iluminación natural a todo el complejo. Este es el lugar donde se desarrollan todas las Ferias Internacionales del Libro que la Cámara promueve, y es donde se desata una verdadera fiesta libresca en recintos cerrados, al mejor estilo de las usanzas de otras ferias latinoamericanas.

Plaza del Bicentenario

En la gestión de la alcaldesa Mónica Medina se construyó el denominado “Nudo de Villazón”, el cual dejó, como estela estética, un hueco en medio de la antigua avenida Villazón, sorteado por un puente que partía de la calle J. J. Pérez.

Hacia el año 2009, con miras al festejo del Bicentenario paceño de la gesta de julio de 1809, la alcaldía se propuso construir una plazoleta sobre el “hueco” del nudo Villazón. La nueva plaza está erigida sobre un total de 1343 metros cuadrados. Este es el espacio donde los del Sindicato de Librerías, Editoriales Independientes y Autores “René Zavaleta Mercado” realizan sus ferias callejeras, y que asimismo está considerado como el mejor espacio de ventas callejeras de libros de toda la urbe paceña, y, por ende, de toda Bolivia. 

Fuentes

Fuentes bibliográficas

Gardiner, John Eliot. (2015). La música en el castillo del cielo: Un retrato de Johann Sebastian Bach. Editorial Acantilado.

Geck, Martin. (2000). Johann Sebastian Bach: Vida, obra e influencia 1685 – 1750. Inter Nationes Bonn.

Uribe, Ricahrad; Zapata, Fernando; Jaramillo, Bernardo; Dos Santos, Fabiano; Torres, Mónica; Rueda, Juan Carlos Rueda, Marifé Boix – García & Mónica Herrero de Consiglio. (2012). Las ferias del libro: Manual para expositores y visitantes profesionales. CERLALC – UNESCO.

Fuentes electrónicas

Carvalho Oliva, Homero (2021). Las ferias del libro en Bolivia. Consultado el 29 de junio de 2022, de https://www.eldiario.net/portal/2021/07/27/las-ferias-del-libro-en-bolivia/

S.N. (2012). Librería y editorial Juventud: La historia de un silencio. Tinkazos, 15 (31), 163 – 168. Consultado el 30 de junio de 2022, de http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1990-74512012000100010

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