Los verdaderos luchadores

De los bosques y juegos presenciales a las intensas peleas de los tilines, Mariano Gallardo nos cuenta un poco de cómo fue para él esa transición.
Editado por : Adrián Nieve

Durante mi infancia los videojuegos eran un universo difuso que no lograba permear aún la enorme vida fantástica que experimentábamos mis amigos y yo corriendo por el bosque. Y como si aquella indiferencia molestase a los creadores de videojuegos, de pronto estos se esforzaron por capturar nuestra atención y vidas.

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Fuente: RetroGames.cl

Al comienzo no les fue fácil, no cualquiera tenía un Atari en su casa, pero de un momento a otro, mientras nosotros crecíamos y adquiríamos la edad suficiente para salir solos al centro la ciudad, los videojuegos se esparcieron por múltiples antros llenos de máquinas electrónicas donde, a cambio de una ficha, podías vivir aventuras virtuales.

En esos años aparecieron en los tilines el Street Fighter y el Mortal Kombat, dos juegos en los que peleabas a puños y patadas usando a los más excéntricos seres, cada uno más peligroso que el otro. Ambos juegos evocaban en mí los episodios de Sam, el rey del judo, una serie animada japonesa que tocaba el alma en aquellos lejanos días de la infancia. Recuerdo que fueron las primeras veces que me dejaron salir con mis amigos del barrio hasta el centro de la ciudad. Éramos unos niños que veníamos corriendo de los cerros, acostumbrados a jugar con palos y piedras enfrentando imaginarios e invisibles enemigos. No sabíamos que los verdaderos monstruos aguardaban en la ciudad.

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Fuente: RetroGames.cl

Todos los niños queríamos jugar al Street Fighter, pero la máquina siempre estaba ocupada y a su alrededor se formaban verdaderas hordas de luchadores.

En algún momento —y gracias a que éramos de los pocos niños con dinero para comprar fichas— tuvimos la chance de ocupar la máquina. Se podía jugar de a dos por turno y junto a mi mejor amigo metimos las fichas e iniciamos el juego. No duramos mucho. Cuando elegimos a nuestros peleadores y comenzábamos recién a entender los movimientos y botones que había que apretar para pelear, tuvimos que hacer frente a los verdaderos luchadores que sin mucho esfuerzo nos corrieron y nos quitaron la máquina. No entendimos al comienzo y quisimos hacer maña para quedarnos en la máquina, pero bastaron unas miradas para darnos cuenta de que nuestros adversarios estaban dispuestos a todo. “Yo te lo paso, yo te lo paso", me dijo uno como queriendo hacerme ver que en realidad me hacía un favor. No nos quedó más que abrir bien los ojos y ver cómo los verdaderos luchadores se enfrentaban en la batalla.

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Fuente: RetroGames.cl

Entendimos que ese no era lugar para nosotros y volvimos a nuestro bosque a enfrentar esos imaginarios, pero siempre vencibles monstruos que nuestros juegos sabían crear.

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Este texto forma parte del especial Mi vida y los videojuegos