Las trampas de la luz

Lo infinitesimal cobra otra dimensión en el poemario En deshabitar está la razón de Mauro Gatica, ganador del Premio Franz Tamayo del año 2019. En esta reseña, Sergio Taboada disecciona los poemas de Gatica y nos muestra todo lo que ve detrás y más allá de los poemas de este libro.
Editado por : Adrián Nieve

En medio de la oscuridad se prende una vela y, de pronto, un sinfín de polillas, como un remolino aéreo en todas direcciones, se estrella contra el fuego. Ésta es la sensación que tuve cuando empecé a leer En deshabitar está la razón (Editorial 3600, 2020), libro de Mauro Gatica Salamanca (1974 -) —ganador del Premio Franz Tamayo del año 2019— que versa sobre insectos, bichos y cosas que pueden parecer repugnantes. Aunque lo cierto es que es un libro que propone un mundo estético que se sirve de lo infinitesimal vivible: es decir, de aquellos gestos humanos que, con sus signos, crean una voz ficticia de lo minúsculo. En cierta forma el hombre es expulsado de este antiparaíso.

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Foto: Japhet Rivas

El poema dice: “Ver esas larvas nadar ahí / en la pulpa luminosa de la fruta / que se pudre a centímetros del suelo” (44). Gatica presenta una temática de lo grotesco, pero desde una forma muy meditada. Por un lado, la voz poética parece servirse del disfraz de un entomólogo. Por ejemplo, en los versos citados está el detalle de los centímetros, ¿por qué utiliza la voz tal detalle aparentemente innecesario? Y es que esa fruta no está pudriéndose solo en el suelo, hay un escenario montado desde una falsa objetividad. En lo que concierne al fragmento citado, podría significar que la fruta está cayendo “a centímetros” porque antes estaba aferrada al árbol de la poesía (o bien está todavía colgada y pudriéndose). Esta fruta podría ser una sinécdoque de la tradición poética.

Bien visto, el fruto-producto de la poesía de Gatica intenta remar en contrapelo de una poesía “moderna”. De hecho, creo que es un buen ejemplo de lo que se podría llamar pos-poesía; pero más allá de la terminología, uno puede sentir el trabajo de la palabra que intenta desmarcarse en medio de su silencio: “1. El silencio no es ignorancia, desinterés ni sumisión” (33), dice la voz poética; es decir, se trata de un trabajo que quiere mantenerse en lo imperceptible. En cuanto a la tradición poética, hay un detalle que intuyo puede ser interpretado en esa clave:

Duele la idea de no formar parte del paisaje
ser apenas y una partícula que desaparece aun estando presente 
como el lenguaje mismo es transparente
y se esconde tras las cosas

necesitamos otra forma de desaparición 

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Foto: Japhet Rivas

(Poema “Especies luminiscentes en peligro de extinción”, 25)

Aquí el paisaje también puede ser interpretado como estar dentro del meollo de una separación. Si pensamos en macro conjuntos poéticos, Gatica pertenece a esos poetas migrantes que se asientan en tierras extrañas y trabajan su poesía bajo el desgarramiento que eso implica. Me parece que —y esta es solo una interpretación— en este fragmento se puede leer también la siguiente frase: duele la idea de no formar parte del paisaje poético de este país. 

¿Será esto verdad o una sobreinterpretación? 

Sea como fuere, los trabajadores del libro no la tienen fácil en Bolivia. Gatica es editor y, junto a Patricia Requiz Castro, fundaron Electrodependiente el 2017; este proyecto nace en Cochabamba1. Ambos, el mismo año, ganaron el premio Franz Tamayo de Literatura, ella en la categoría cuento y él en la de poesía2. Conecto estas ideas, la noción de una orfandad y el trabajo de la nueva editorial porque creo que tienen que ver con la poética propuesta del libro de Gatica. Electrodependiente, con su manejo artesanal del libro, parecía una casa editorial cuya voluntad era ir contra la superficie de la impresión boliviana corriente; iban contra el mainstream por así decirlo; tenían incluso una sección llamada “Hacker” para piratear abiertamente obras codiciadas por los lectores para venderlas a un precio menor3. Me pregunto cuál será el devenir de ese proyecto. Si hay relación entre la orfandad que sufren todos los poetas por parte del Estado —y, en el fondo, pienso que sin esto escribir no tendría sentido— y la poesía en pleno devenir de la descomposición de la “forma poética”, dichas relaciones de conflicto podrían cristalizarse en arriesgar la cabeza, como una cucaracha de Gatica:

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Foto: Japhet Rivas

1. Que [las cucarachas] pueden sobrevivir a la disección de la cabeza durante un periodo de hasta 9 días, pero son incapaces de alimentarse y mueren; (Poema “¿Qué has aprendido?”, 64).

Es decir que, para Gatica, aparentemente, pertenecer a una tradición poética es lo mismo que quedarse sin cabeza. Quizá la poesía debiera ser también eso, un movimiento sin centro ni periferia, sin cabeza ni ramificaciones, un estallido sin forma. 

Ahora bien, para finalizar, un pequeño recuento de algunos atributos del poema: la estética de Gatica busca horadar la propia forma poética. Desde el verso, pero también la prosa y las notas al pie, hay fragmentos de antipoesía (que, recordando la enseñanza de Nicanor Parra, alejado de los cavalieri della luna —de la poesía moderna—, Gatica se echa sobre los hombros —y esto se constata en su poema— el siguiente gesto ético: “El autor no responde de las molestias que pudieran ocasionar sus escritos”). Hay, también, fragmentos paródicos de una tesis de grado (poemas que se titulan “Metodología de investigación”, “Aspectos a considerar en la elaboración de la hipótesis”, “Tratado de entomología cultural”, etcétera) que producen una sensación extraña entre humorística y funambulesca para tratar lo retorcido del mundo microscópico del insecto. Hay alusiones a videos de alto y bajo coste (alusiones a Cronenberg o a las hermanas Wachowsky), que alimentan de una y otra forma el imaginario de este poemario. Hay dilemas espaciales que, en una poética de la destrucción (“Parece una escena gore esta particularidad del lenguaje / que solo en la destrucción encuentra salud y belleza” 29, nos dice el poema) buscan hacer estallar el tema del cuerpo, no tanto para hacer visible su violencia, sino más bien para contemplar su “descomposición”. Hay, en Gatica, sorpresas que esperan ser encontradas y creo que un punto positivo es justamente el de no hacer de la poesía una plataforma pura para el terror: su obra está bien calibrada, no es moderna ni beat, y creo que sólo por eso debemos apreciar que exista.

 

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Foto: Japhet Rivas

 

1 https://elduendeoruro.com/2022/05/31/editorial-electrodependiente/ (Última fecha de consulta: 1 de febrero del 2024). 
2  https://rcbolivia.com/por-primera-vez-una-pareja-gana-las-dos-categorias-del-premio-franz-tamayo/ (Última fecha de consulta: 1 de febrero del 2024).
3  https://www.revistainbox.com/articles/JXD7tumigBw3Etryn (Última fecha de consulta: 1 de febrero del 2024). 

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