Charlas breves con escritores: Edson Hurtado

¿Qué hay detrás del libro? ¿Quién es ese autor o autora que nos cautiva? En estas charlas iremos explorando a fondo la vida y obra de diferentes autores. Esta semana tendremos al autor Edson Hurtado, a propósito de su libro de crónica La madonna de Sorata, uno de los dos libros destacados del mes de marzo de la Editorial 3600.

¿Quién es Edson Hurtado? Cuéntanos un poco de tu trayectoria.
Si tuviera que describirme en pocas palabras, solamente diría que soy un vallegrandino inquieto y curioso, que no puede dejar de caminar ni de imaginar mundos pequeños dentro de este gran mundo en el que vive. Siempre me he buscado la vida trabajando, por suerte en las cosas que me gustan: he hecho radio y televisión, he trabajado en proyectos de desarrollo y de turismo, he editado 7 libros por mi cuenta, he publicado más de 100 artículos, he producido un documental sobre mi pueblo y tengo una pequeña carrera como gestor cultural, que ya tiene como 15 años. Todo ello ligado siempre a la comunicación y la literatura. Y ahora, justamente, comencé con la docencia, que era otra área que quería explorar y que creo que podría hacerlo medianamente bien. 

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Fotografía: Edson Hurtado

Me gusta esto que mencionas de "imaginar mundos pequeños dentro de este gran mundo en el que vive". ¿Cómo se hace eso? ¿Qué pudiste notar gracias a esa mirada?
Creo que, fundamentalmente en estos tiempos, con toda la data de las redes sociales y la velocidad de nuestras sociedades, olvidamos ver el detalle, e incluso perdemos la curiosidad por descubrir, por indagar, por hacer preguntas o, lo que es peor, nos hemos vuelto consumidores de contenido virtual en un mundo cada vez más digital y menos real. Noté, hace tiempo, que algunas historias estaban ahí, esperando para ser contadas, y que solamente faltaba hacer las preguntas correctas, encontrar a los protagonistas ideales y armar el rompecabezas para mostrarle al mundo que aún es posible maravillarse, asombrarse o enojarse con cosas que suceden a pocos metros de distancia de nosotros. 

¿Qué puedes decirnos del formato radio en Bolivia? ¿Sigue vigente? ¿Lo seguirá? ¿Cuáles son las ventajas y retos de este medio con el internet y lo audiovisual tan en boga hoy en día? 
Como radialista apasionado puedo afirmar que la radio, como la mayoría de los medios de comunicación tradicionales, está atravesando una serie de cambios coyunturales e históricos que la van a transformar por completo. El podcast —que es, básicamente, la radio televisada — es el nuevo eslabón de la comunicación más inmediata hoy por hoy. Por supuesto que la radio no perderá vigencia, y creo que seguirá siendo un medio de comunicación fundamental, sobre todo en el área rural y en ciertas partes de nuestras ciudades, pero creo que es evidente la crisis que vive hoy. Pienso que la especialización es el camino que hay que seguir. Las radios, y los medios en general, deben especializarse y apostar a crear una audiencia específica para su trabajo.

Crisis y transformación en el panorama de los medios de comunicación tradicionales suena acertado. Mencionas la especialización como posible respuesta, ¿cómo dirías tú que lo aplicas en este punto de tu trayectoria?
La radio, por el momento, se ha vuelto una “radio televisada”, es decir, el formato del podcast tiene esta dimensión audiovisual y seguirá así por algún tiempo más, mientras se termina de desarrollar la tecnología y se crean nuevas aplicaciones de música, para que finalmente todo se integre en un solo producto comunicacional. 

¿Qué puedes contarnos de tu actual labor en la Fundación Cultural BCB? 
He cumplido tres años en la dirección del Centro de la Cultura Plurinacional de Santa Cruz, que depende justamente de la Fundación Cultural BCB. Ha sido una satisfacción muy grande haber sido designado por el Consejo de Administración de la institución y me siento muy privilegiado de poder trabajar en algo que me apasiona mucho como es la gestión cultural. Durante estos años de trabajo en la función pública, he aprendido a lidiar con la burocracia y con los burócratas, para poder materializar las necesidades y las propuestas de las y los artistas, sobre todo de Santa Cruz, entendiendo siempre las limitaciones institucionales, de presupuesto, etcétera. Creo que la Fundación Cultural, una de las instituciones culturales más importantes del país, realiza una labor muy grande y aporte significativo para el patrimonio y la promoción de nuestras culturas.

En un país con tantos problemas de institucionalización, ¿cómo logras sostener esa tu gran pasión por la gestión cultural?
La gestión cultural es siempre un reto. Sobre todo porque tenemos un Estado que no entiende algunas de las dinámicas culturales del país y, entonces, hay que hacer malabarismos burocráticos que nos permitan apoyar artistas, sin vulnerar la normativa vigente. Todo se puede y he aprendido a hacer juego de cintura en estos años, siempre dialogando con les artistas y entendiendo, o tratando de entender, la problemática y las necesidades del sector, al cual también pertenezco.

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Fotografía: Edson Hurtado

Además de periodista y comunicador audiovisual, eres literato. ¿Expresas diferentes dimensiones de tu ser en cada uno de estos oficios o cada oficio es una forma diferente de expresar lo mismo? 
Creo que lo que siempre he buscado es comunicarme con la gente, con el mundo, con mis semejantes. La literatura sigue siendo un medio de comunicación para mí, una forma de aportar a la historia, a la sociedad y de transitar caminos que van muy pegados uno del otro: el periodismo, la investigación, la poesía, etcétera. He buscado la manera de reunir mis aficiones y aptitudes en la literatura y creo que, en buena medida, lo he conseguido. Me falta probar algunas cosas, pero quiero seguir haciendo lo mismo en mis siguientes libros.

Con las redes sociales y el anonimato que estas a veces conllevan, pareciera que se ha vuelto más complejo comunicarse con la gente. ¿Cómo podemos comunicarnos en un contexto así desde la literatura y el periodismo?
Siento que la literatura y el periodismo son, particularmente, dos herramientas ideales para recobrar la capacidad de la gente para comunicarse. En mundo de la inmediatez, de la fugacidad, las posibilidades de presentar una investigación, una novela o un poemario, son un acto de resistencia ante esta digitalidad avasalladora, ante esta avalancha indetenible de reels de Tiktok.

¿Cómo fue que descubriste la dimensión LGBTIQ de tu vida?
Salí del closet muy viejo (25, que es una edad tardía comparada con la generación actual que desde muy jóvenes ya la tienen más o menos clara), pero siempre con la idea de vivir una vida honesta y transparente. Así es que referí asumir públicamente mi orientación sexual. Luego comencé a frecuentar espacios de incidencia política, fui voluntario en varias instituciones que trabajan por los DDHH y los Derechos Civiles del Colectivo y me fui empapando en todo ese ámbito. Luego entendí que podía aportar a la causa también desde mi trabajo y mi producción. Por eso es que comencé a investigar, a hacer entrevistas y a escribir algunas cosas que luego se convirtieron en mis libros especializados.

Cuéntanos un poco acerca de tu bibliografía. ¿Qué buscabas expresar o lograr con toda ella? ¿Son un solo mensaje o cada libro fue un paso explorando diferentes aspectos? 
Aspiro a seguir el camino de Monterroso: me gustaría escribir un libro de cada género, de ser posible. Por eso mis temáticas no son las mismas. Escribí poesía, biografía, hice una antología, escribí relatos, crónicas, y ahora estoy trabajando en cuentos y pensando en el siguiente que será un ensayo. No busco consolidar una obra con continuidad, o especializarme en una temática, quiero experimentar todo lo que pueda.

¿Qué impacto notaste que han tenido tus libros especializados hasta ahora?
Creo que mis libros sirven como referencia, aún hoy en día, para entender un poco más esa Bolivia oculta, “ninguneada” por tantos años, que es la Bolivia de las diversidades. Mis dos libros sobre la temática LGBTIQ son un aporte pequeño que ha abierto más caminos y otras puertas a investigadores, escritores, poetas que están hablando ya sin tapujos ni autocensura sobre su comunidad y desde la noción LGBTIQ.

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Fotografía: Edson Hurtado

¿Cómo nace La Madonna de Sorata?
Luego del éxito de Ser gay en tiempos de Evo, un libro que marcó un hito en la literatura y el activismo en Bolivia, se me presentó la oportunidad de profundizar la temática en una investigación a nivel nacional. Presenté el proyecto a una ONG y me aprobaron la idea, que poco a poco fue tomando forma, con datos y algunos trabajos preliminares que ya había hecho y me fui de viaje por 1 año, recorriendo el país, comunidades, provincias, pueblitos y varias ciudades en donde encontré las piezas para contar las historias que están en el libro.

¿Cuál era el panorama para la comunidad LGBTIQ cuando el libro fue publicado por primera vez? ¿Ha cambiado algo desde entonces?  ¿Cómo y en qué (a grandes rasgos)? 
Creo que el libro, que es una investigación periodística, acerca al lector a una realidad que está al margen de lo que más se conoce del mundo LGBTIQ. Muestra personajes de los márgenes, de las periferias y del área rural, tan desconocidos para la gente de la ciudad o de los medios de comunicación en general. En ese momento, la visibilidad de las personas con distinta orientación sexual o identidad de género no era la mejor, sobre todo en las áreas rurales, e intuyo que no ha cambiado mucho. Siento que la temática, sobre todo en el mundo indígena, sigue siendo un tabú, sigue sin debatirse, sin hablarse siquiera. Por eso, quizás, mi libro fue bienvenido, porque le daba voz a mucha gente que no tuvo oportunidad de decir su verdad, estando en el centro de una comunidad indígena, por ejemplo, que le negaba ese derecho.

¿Cómo podrías ilustrar la importancia de la "visibilidad"?
Pienso que una parte fundamental de la lucha actual del colectivo LGBTIQ es la normalización de las relaciones homoafectivas y la inclusión social y, para eso, es importante la visibilidad de los miembros del colectivo, porque de ese modo la sociedad se va educando y se va acostumbrando a ver como “normal” la diversidad que contiene ella misma. Por eso hay que alzar la voz, hay que marchar, publicar libros, hacer documentales, obras de arte y aportar desde toda forma posible para lograr ese cometido.

¿Por qué usar la crónica? ¿Por qué no cuentos, poemas, incluso documentales audiovisuales? ¿Qué ofrece este formato que te hizo utilizarlo para este libro?
Me gusta la crónica periodística porque creo que es un género que me permite dialogar con el periodismo y la literatura, porque tiene esa flexibilidad de transitar entre la ficción y la no ficción, entre lo crudo de la realidad y lo romántico del mundo de las letras. La investigación aportó datos muy importantes, las entrevistas me develaron varios aspectos de las historias que yo desconocía, pero fue la literatura la que terminó de armar la estructura y de embellecer los textos, a través de los recursos literarios y las licencias poéticas que uno puede usar en la crónica. Intuyo que un poema no hubiera sido suficiente y, de hecho, luego de esa experiencia con este libro, comencé la producción de un documental sobre esta misma temática, que espero terminar este mismo año.

Por favor, cuéntame más de los recursos literarios y las licencias poéticas que utilizaste en La Madonna de Sorata.
La Madonna de Sorata contiene 7 crónicas con personajes LGBTIQ de pueblos indígenas de Bolivia, cuyas historias fui recopilando a través de los años, en distintos viajes que hacía por motivos de trabajo. Durante la investigación, en los viajes que realicé para profundizar en la recolección de datos, pude encontrar algunos vacíos, partes faltantes o fuentes que se negaron a conversar conmigo. Ahí usé la literatura, por ejemplo, para dar forma a algunas historias, recreando, especulando o incluso imaginando posibles escenarios con el fin de terminar cada una de ellas. Entendí que la poesía podía darme algunas herramientas para lograr aquello y que la voz de algunos personajes, que incluso fueron reales al principio, podían convertirse en algo más, con esas licencias poéticas, que los transformaban y los acercaban un poco más al lector, ya sea desde su dimensión humana, como también desde su dimensión social y política, porque hay un discurso político detrás de cada crónica, no cabe duda. 

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Fotografía: Edson Hurtado

50 entrevistas y cerca de 300 encuestas. ¿Cuántos datos e historias quedaron fuera del libro que te hubiera gustado incluir? ¿Cómo fue el proceso de depuración de datos?   
Si bien encontré muchas historias de hermanos y hermanas indígenas de todo el país, relacionados con el tema, pocas realmente tenían el potencial de convertirse en crónicas y, de ellas, solamente un puñado pudieron emocionarme tanto como para sentarme un año a escribirlas. Muchos personajes quedaron en el camino, muchas historias resultaron inconclusas, o incluso descubrí que algunas no eran reales. Durante mis viajes, mientras recorría el país, pude conocer a mucha gente, algunos dispuestos a ayudarme y otros a los que no les interesaba mi trabajo, o estaban en contra y hacían lo imposible por entorpecer. Lo importante es que, finalmente, encontré este puñado de historias que me conmovieron y a las cuales les dediqué mucha pasión y mucho tiempo.

¿Cómo describirías la idiosincrasia boliviana? 
Yo creo que las y los bolivianos, en general y muy en el fondo, somos ciudadanos de buen espíritu. Creo que hay más gente buena, comprensiva y respetuosa. Creo que, en menor medida, e individualmente, las acciones discriminatorias y del ejercicio del odio social se expresan en pocos espacios públicos. Siento que la esencia del boliviano es optimista y, que siempre está esperando un futuro mejor, y eso debe incluir a las diversidades sexuales y de género, por eso es importante hablar del tema, e incluir en las mallas curriculares, de todos los niveles educativos, la importancia de tratar esta temática desde una perspectiva generosa y propositiva. 

¿Las nuevas generaciones son más abiertas a las diferencias del Otro?  
Indudablemente. Los últimos años, ya sea por la influencia mediática mundial, la sensibilización de la población, los espacios ganados por las y los activistas, se ha visto cómo la sociedad poco a poco está entendiendo que la diversidad no hace otra cosa que enriquecer los espacios democráticos en los que nos desenvolvemos cada día. Tenemos miembros del colectivo LGBTIQ en todos los ámbitos: político, social, mediático, etcétera. Y creo que, poco a poco, la normalización será posible, teniendo en cuenta los tiempos que corren. Siempre teniendo cuidado y estando alertas ante la irrupción de los movimientos radicales de extrema derecha que están incidiendo en las políticas públicas de muchos países. Es una batalla constante que debemos seguir afrontando y que terminaremos por ganar.

¿Cómo podemos darle la mano a quienes todavía no logran visibilizar la diversidad? Obviamente, sin validar a los movimientos extremistas.
Estos últimos años hemos visto cambios trascendentales en nuestra sociedad. El reconocimiento de la unión civil, por ejemplo, es uno de ellos y es quizás un paso fundamental para lo que se viene. Siento que el camino que allanaron los y las activistas recién está comenzando. La gente común, la de calle, la gente trabajadora, entiende la importancia del respeto a las diversidades y la solidaridad y la compasión, pero aún hay sectores conservadores, como las iglesias, las instituciones militares y otras, que se siguen negando a abrir sus puertas a las diversidades, especialmente al colectivo LGBTIQ.

¿Qué clase de lectores crees tú que se beneficiarán más de leer este libro? 
Yo creo que los lectores de La Madonna de Sorata entienden la importancia de las historias que cuento, porque son sobre personajes y situaciones poco conocidas, que han estado escondidas en esa Bolivia profunda y mágica, donde lo posible y lo imposible sucede y que muestra esa humanidad despojada de cualquier criterio occidental de la cultura. Quienes lean el libro entenderán los problemas, pero también los avances de la comunidad y la necesidad de seguir creando espacios seguros para que se desarrollen y vivan con plenitud.

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Fotografía: Edson Hurtado

Ahora que pasó un tiempo desde que lo escribiste, ¿qué es lo que más te resuena de este libro? Cuéntanos qué te gusta, qué te disgusta y qué cosas te parecen curiosas.
Me gusta pensar en el trabajo que hice al formar los personajes, al describirlos y mostrarlos, o tratar de mostrarlos de la manera más sincera y transparente posible. Me gustan los estereotipos, pero también aquellos que rompen el molde, aquellos que salen de la norma y se construyen a sí mismos como los protagonistas de sus historias. Como la misma Madonna, que decidió usar la vestimenta ancestral de su pueblo cuando asumió su identidad de género. Eso me llamó poderosamente la atención y me pareció una acción digna de aplaudirse e imitarse. Años después he conseguido hacer seguimiento a algunas historias y creo que, en algún momento, podría seguir con una segunda parte que me acerque más a la realidad actual, a lo que han hecho los personajes después de haber sido retratados en el libro. Pienso que algunas historias podrían ser guiones de películas, tranquilamente. Me hubiera gustado tener tiempo para escribirlos, pero ya hay algunos cineastas que me han pedido permiso para hacer adaptaciones y espero que, al menos, alguna de ellas llegue a la pantalla gigante. Me gustaría ver a mis personajes tomar forma en la pantalla grande. 

Si pudieras elegir un director nacional, internacional, vivo o muerto, para dirigir una película basada en una de tus crónicas, ¿a quién elegirías?
Me gustaría que Paolo Agazzi pudiera dirigir una película basada en uno de mis libros. Ya hemos hablado con anterioridad, me mostró un proyecto, hizo la adaptación de una crónica del libro y hasta donde supe, estaba, junto a su equipo de producción, buscando financiamiento para la producción. Ojalá que se haga posible, porque creo que es una historia que conmovería a mucha gente.  

¿Estás escribiendo algún libro nuevo? ¿Qué estás preparando para el futuro?    
Justo en estos meses estoy terminando un libro sobre mis años en Nueva York. Una especie de diario, que es más un homenaje a la “Gran Manzana”, una metrópolis que me impactó mucho y que me inspiró también. Al mismo tiempo, y cuando me sobran algunas horas en el día, estoy escribiendo otra serie de relatos también sobre la temática LGBTIQ, pero ubicados en la ciudad, o en algunas ciudades del país, mostrando los márgenes, las periferias, los relatos ocultos, las dinámicas subterráneas, los problemas y las necesidades de sus miembros. Y, por último, estoy terminando una película documental sobre el tema LGBTIQ que pretende ser una radiografía de la situación de la comunidad en todo el país y que espero poder concluir hasta fin de año.

Para ir terminando, ¿qué estás leyendo actualmente?
Ahora estoy leyendo un espectacular libro de relatos de Camila Sosa Villada, una autora trans argentina, que me voló la cabeza. Su prosa es tan cercana, sus historias tan sorprendentes y esa forma de narrar que tiene es única. Ya es famosa en el mundo entero y ha sido traducida a muchos idiomas, porque creo que tiene una calidad altísima. Estoy atrapado con el libro y ya quiero leer el siguiente que espero conseguir pronto en alguno de mis viajes.

¿Qué autores o autoras recomiendas leer?
Pienso que las autoras mujeres bolivianas en este momento tienen mucho qué decir. Magela Boudoin, Liliana Colanzi o Giovanna Rivero son de mis favoritas, las leo mucho y las admiro con genuina vocación. 

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Imagen: Editorial 3600

¿Qué libros te antojas leer, pero todavía no lo has hecho?
Me gustaría volver a leer Exilio voluntario de Claudio Ferrufino, que me parece una obra fundamental de la literatura boliviana. Igual siempre ando husmeando en lo que hacen los nuevos autores como Iván Gutiérrez, Camila Urioste, Paola Senseve, Lucía Carvalho, etcétera. Creo que es bueno escuchar a las nuevas generaciones y las voces que las mueven.

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