Siete héroes del Chaco contra el COVID-19, el último enemigo

¿Qué pasó con los héroes del Chaco? Después de sobrevivir a la guerra, les tocó sobrevivir a su país y algunos incluso llegaron hasta los días del COVID-19, como narra el periodista Jorge Quispe en este texto que profundiza en el destino de siete beneméritos durante los tiempos del coronavirus.
Editado por : Adrián Nieve

La versión original de esta nota fue publicada el 3 de noviembre de 2020 en el periódico Página Siete

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Aproximadamente, 50.000 soldados bolivianos murieron en el campo de guerra y cerca de 150.000 fallecieron en los años posteriores. / Foto: Reporte Chaco

Entre 1932 y 1935, unos 200.000 soldados bolivianos lucharon en la Guerra del Chaco contra la sed, el hambre, la naturaleza hostil y un enemigo más: el soldado paraguayo. Casi 85 años después, siete beneméritos pelearon una última batalla, esta vez el adversario fue el COVID-19, ese virus que mató a varios ancianos durante la cuarentena sanitaria de 2020.

En marzo de ese año, cuando la pandemia del coronavirus comenzó a expandirse en el país, 10 héroes de la patria se aprestaban a librar la batalla contra un rival invisible: el virus que después afectó a todo el territorio nacional sin distinción de edad, género o clase. Estos héroes beneméritos, que ya habían superado la barrera de los 100 años, estaban junto a los niños, las embarazadas y los enfermos de base como el cuarto grupo más vulnerable durante la pandemia. 

Mucho después, en septiembre de 2020, un informe de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) concluyó que ese año los mayores de 80 años murieron a una tasa cinco veces mayor que la media. Mientras que, en las Américas, la mayor parte de los fallecimientos afectó a mayores de 70 años o más.

El reporte oficial de marzo de 2020 del Servicio Nacional del Sistema de Reparto (Senasir) dio cuenta de los nombres de los 10 beneméritos del Chaco en Bolivia: Samuel Chuquimia Murillo, Emeterio Ernesto Talavera Choque, Miguel Siñaniz Vigabriel y Marcelino Guzmán Alarcón, en La Paz; Numa René Ávila del Carpio, Pedro Pocubé Muller y Avelino Alcócer Vaca, en Santa Cruz; Luis Terán Salazar y Héctor Hugo Valenzuela Maceda, en Cochabamba; y José Pradel Loayza en Sucre.

Entre finales de marzo y principios de junio de ese año, fallecieron tres beneméritos, los cochabambinos Héctor Hugo Valenzuela y Luis Terán Salazar, además del cruceño Avelino Alcócer Vaca. Este último, oriundo de San Ignacio de Velasco, murió el 11 de mayo a sus 105 años. “No fue por COVID-19, mi padre estaba bien, solo que ya estaba muy cansadito y ya no quería comer. Tomó un cafecito, luego se durmió y no despertó más”, contó su hija Guísela Alcócer desde Santa Cruz. Avelino parecía presentir que su final se acercaba, por eso quizás esperó celebrar el cumpleaños de su hija, el 10 de mayo, y al día siguiente partió hacia su último viaje. 

No se pudo obtener el reporte de las causas de fallecimiento de Terán y Valenzuela.

Entonces afloraron las estadísticas. En septiembre de 2017 aún vivían 33 soldados del Chaco, pero para junio de 2018 el número se redujo a 23 y ya el 7 de junio de 2019 quedaban solo 12 beneméritos en todo el país, los cuales se redujeron a siete el 17 de junio de 2020. En resumidas cuentas, por diferentes motivos, en esos últimos cuatro años fallecieron 26 combatientes que sobrevivieron al conflicto bélico contra el Paraguay donde, aproximadamente, 50.000 soldados bolivianos murieron en el campo de guerra y cerca de 150.000 fallecieron en los años posteriores.

En suma, para junio de 2020 solo quedaban con vida Talavera, Siñaniz, Chuquimia y Guzmán en La Paz; Pocubé y Avila en Santa Cruz y Pradel en Sucre. Ese puñado de siete valientes centenarios, ahora tenían que enfrentar a la primera ola del temible virus.

Pero, mientras uno de ellos afirmaba, “en el Chaco vivimos peores cosas”, otro se preguntaba “¿por qué usan esas máscaras (barbijos)?”, igual, todos sin exclusión se encomendaron a Dios para que les permita ganar la última batalla de sus vidas.   

Emeterio: “Vivimos peores cosas en el Chaco”

Emeterio Ernesto Talavera Choque, que el 10 de marzo de 2020 cumplió 102 años, cambió muy poco su rutina durante la cuarentena por el coronavirus. El potosino, radicado en La Paz desde su retorno de la guerra, le recordaba a su hijo Gróver que en el frente de batalla vivieron cosas más terribles.

“En el Chaco peores cosas vivimos y esto (la pandemia) es fácil”, sostenía el héroe de la Patria, según su hijo. Hasta antes del COVID-19, Talavera salía de su casa en Achachicala, caminaba junto a su hijo una cuadra, tomaba el sol y luego regresaba a su domicilio. Así eran los días de quien fue un morterista que se destacó en el Regimiento II y el Destacamento 221 de Caballería. “Matar o morir era nuestro lema en la guerra al ver cómo caían heridos y muertos nuestros compañeros”, aseguraba Emeterio en 2018 al diario La Razón.

“Ahora usa barbijo, también el alcohol para desinfectarse, ya no camina la cuadra, solo sale a la puerta de la casa toma el sol y después entra a su habitación a escuchar la radio Panamericana”, contaba ese año Gróver, quien, tras insistir a su padre sobre la gravedad de la enfermedad, recibió la siguiente respuesta: “Ni modo. Habrá que cuidarse”.

Pese a su edad, Talavera seguía lúcido y en octubre de 2020 se mostró molesto por los resultados de las elecciones generales, que dieron la victoria al Movimiento al Socialismo, y también por la derrota de Bolívar en la Copa Libertadores de América, pese a que el potosino siempre fue un atigrado de corazón.

El anciano guerrero contaba a sus hijos sobre su deseo de viajar a su natal Tinguipaya, provincia Tomás Frías, del departamento de Potosí, pero a la vez les expresaba su miedo de que lo vean cansado. Emeterio provenía de la familia Talavera, que durante la guerra envió al campo de batalla a cuatro de sus hijos —Felipe, Anselmo, Leoncio y Emeterio— para defender el territorio nacional. De todos ellos, Anselmo no volvió del Chaco, murió en el campo de batalla.

Años antes fallecieron sus otros dos hermanos, Leoncio y Felipe, y para noviembre de 2020, Emeterio era el único sobreviviente del Chaco que nació en Tinguipaya, un pueblo que nunca podría volver a ver.

“Fui a la guerra a mis 17 años. Todos caminamos desde Potosí hasta Sucre, desde allí hasta Padilla y, de ahí, al frente de batalla”, contó en 2018. Dos años después, el potosino posó para el periódico La Razón junto a algunas de las condecoraciones que recibió en los últimos años. Ya entonces Emeterio tenía problemas para escuchar y ver, sin embargo, aún se mantenía fuerte y, combinando esa fortaleza de cuerpo y voluntad, pudo ganarle al COVID-19. El héroe de la patria murió el 7 de febrero de 2022, por su avanzada edad, a un mes de cumplir 104 años.

Marcelino: “¿Por qué usan esas máscaras?”

Marcelino Guzmán Alarcón cumplió 106 años el 5 de junio de 2020, en plena pandemia del coronavirus, alejado de su puesto de venta de refrescos de la zona de San Pedro, detrás de la cárcel y lejos de su tierra Huarina, a orillas del Lago Titicaca. 

El centenario hombre, que en 1932 se enlistó a sus 21 años para ir a defender la heredad nacional, aún lucía firme en noviembre del año de la pandemia y la emergencia sanitaria. Por esos días, Alarcón preguntaba con insistencia por qué no podía salir a la calle y solo cuando una de sus nietas pacientemente le explicó que “la Policía está deteniendo a los que caminan en las calles”, dejó de consultar. Así narró Maribel Gonzales, nieta e hija de Martha Guzmán, una de las hijas del benemérito. 

Si bien Marcelino ya no salía de su casa, pronto notó la novedad de los rostros tapados y, poco a poco, le entró la curiosidad del por qué todos usaban barbijos. “¿Por qué usan esas máscaras, hija?”, preguntaba y por ello Gonzales tuvo que explicarle de lo peligroso que era el coronavirus. “Gracias a Dios ni mi abuelito ni nosotros nos contagiamos del COVID-19”, confesó Gonzales. 

Tanto interiorizó Marcelino las advertencias de su nieta que, cuando el personal del banco venía a pagarle a su casa la renta como benemérito, él pedía “un barbijo para recibir a los funcionarios del banco”.

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José Pradel Loayza había cumplido 108 años en julio de 2022 como el único sobreviviente potosino de la Guerra del Chaco en Chuquisaca. / Foto: Familia Pradel Loayza

Guzmán era un hombre que nunca se rendía y hasta 2017 aún vendía personalmente en su quiosco detrás de la cárcel de San Pedro, en la ciudad de La Paz, el mismo puesto que atendió por más de 60 años y del que se tuvo que alejar el 2018, cuando celebró con una torta sus 104 años, y ya tenía la salud quebrantada “por eso ya no salía a vender a su quiosco”, explicó en 2017 su hijo Tito. Nacido a orillas del lago Titicaca, desde donde se enlistó para ir a la Guerra del Chaco, Guzmán se hizo comerciante tras la Revolución de 1952 y llegó incluso a fundar un pequeño mercado en San Pedro, donde aún es recordado con mucho cariño por los decanos de ese tradicional abasto.

Famoso en San Pedro por esa constancia e iniciativas, aquel barrio paceño también conocía al benemérito potosino por haber participado en las acciones militares en Boyuibe y Camiri. “Mi padre dice que disparaba fusiles Vickers, los americanos”, relató Tito, reflexionando que la última batalla de su padre no fue con fusiles, pero tampoco la tuvo que librar en las atestadas salas de urgencia que trajo la pandemia. Su última arma fueron los barbijos que, al principio, no entendía para qué debía usar, pero que después le sirvieron para sobrevivir al COVID-19. 

Guzmán falleció el 2 de enero de 2021 a sus 106 años, afectado por la edad, y después de haber superado la primera ola del coronavirus.  

Numa: “No vas a llorar, hija” 

Numa René Ávila Del Carpio era un excombatiente nacido el 17 de noviembre de 1915 en Tarija, pero afincado en la ciudad de Santa Cruz que, en marzo de 2020, superó un problema pulmonar a semanas de que se inicie la pandemia del coronavirus en el país. 

Roxana Ávila, su hija, señaló por esos meses que su padre no se dio cuenta de la emergencia sanitaria que Bolivia afrontó desde ese fatídico marzo de 2020. “Lo protegimos mucho a mi papá, no dejamos a ingresar a casi nadie a la casa para evitar que pueda contagiarse del virus y si algún familiar entraba a su habitación debía ser desinfectado, solo así podían verlo”, relató.

Mientras los hospitales colapsaban con centenares de pacientes por coronavirus, el 24 de julio, la esposa de Numa, María Pizarro, falleció a sus 81 años. “Ella no murió por COVID-19 y yo no le dije nada a mi papá de la muerte de mi mamá, pero ante tanta insistencia le dije que se fue al cielo”, contó Roxana. La pareja estuvo unida por más de seis décadas.

Después, ante la preocupación de la familia por la amenaza del coronavirus y el llanto de sus hijos ante las decenas de fallecimientos en Santa Cruz, el excombatiente se secó las lágrimas silenciosas por la partida de su compañera de vida y alcanzó a consolar a su hija Roxana diciéndole: “No vas a llorar, hija”, palabras que ella jamás olvida.

Según recordó su hija, Numa formó parte de la recordada famosa generación de “Tres Pasos al Frente”, esos muchachos a los que los superiores les preguntaron tres veces si estaban dispuestos a ir al frente de batalla para defender a la Patria, pese a su corta edad. 

Hasta antes de octubre de 2019, Numa hacía una vida normal, incluso después de que, en 2018, la Octava División del Ejército lo distinguiera con la “Orden Prócer de la Libertad”. El 14 de octubre de 2020, el entonces ministro de Defensa, Luis Fernando López, le entregó una distinción más a Ávila. Cubierto con un barbijo, López le dio a Numa la condecoración “Mariscal Andrés de Santa Cruz” en el Grado de Gran Oficial de la Orden.  

“Hubo un momento en el que murieron 250 soldaditos que se habían incorporado recién en las acciones… Así fue la guerra”, contó Numa en aquella ocasión. Y cuando le preguntaban por su estado de salud, el héroe respondía: “Todavía podemos respirar oiga”, según un video que la familia guarda con celo.

Aquejado por las complicaciones de salud y por la edad, Numa partió al cielo el 14 de noviembre de 2020, luego de superar también la primera ola del coronavirus.

José: “si la guerra duraba unas horas más, íbamos a ganarla”

José Pradel Loayza había cumplido 108 años en julio de 2022 como el único sobreviviente potosino de la Guerra del Chaco en Chuquisaca. Y aunque había nacido en Betanzos, Potosí, Pradel hizo de Sucre su hogar luego de volver del frente de batalla en 1935, donde fue parte del Regimiento Santa Cruz 33 de Infantería. 

Varios años relativamente apacibles pasaron desde entonces y Pradel, ya instalado en Sucre, no sabía que le esperaba una nueva batalla. Durante la pandemia del coronavirus, la familia del benemérito se armó e instaló todas las medidas de bioseguridad para que su patriarca no pueda contagiarse. 

“Son tres enfermeras que cuidan a mi papá. Por eso nosotros les compramos a ellas los trajes de bioseguridad, para que él no se contagie. Gracias a Dios mi padre ha estado estable y no se enfermó”, relató en noviembre de 2020, Ramón Pradel, uno de sus hijos.

Hasta inicios de la primera década del siglo XXI, Pradel mantenía su rutina sagrada: hacer flexiones por las mañanas. Algunos vecinos suyos todavía recuerdan cómo, de joven, Pradel practicaba esos mismos ejercicios solo con tres dedos. “Ahora está muy cansadito, vive de recuerdos de la finca Río Chico (Betanzos, Potosí) y ya no reconoce a nadie”, relató Ramón, el 2022, a Página Siete.  

Cuando Pradel se instaló en Sucre, abrió una farmacia a la que bautizó como “Botica Mayo” y en 1947 instaló el primer gimnasio de la capital al que llamó “Por amor al deporte”. Todavía era joven en aquel entonces, pero los años le pesaban, especialmente cuando recordaba con dolor cómo tuvo que partir a la guerra con el corazón partido, luego de enterrar a su madre. “Nos narraba que, en el momento en el que se estaba alistando para ir a la guerra, le avisaron que falleció su madre, mi abuelita Benigna, y él tuvo que volver a casa a enterrarla para después partir al Chaco”, confió su hija Tesoro Pradel al autor de este libro. El padre y héroe de la patria tuvo dos hijos de su primer matrimonio y tres más con Mery Peñaranda, madre de Tesoro, Ramón y Sonia Mery.

Como la mayoría de los combatientes, Pradel nunca pudo entender cómo se firmó el cese de hostilidades en junio de 1935 con Paraguay, cuando los soldados guaraníes “enarbolaban banderitas blancas y, según él, les pedían algo de comida. “Mi papá nos decía que, si la guerra duraba unas horas más, íbamos a ganarla”, según contó su hijo Ramón.

Hasta sus últimos días, vivió bajo el cuidado de esas tres enfermeras, sus hijos y sus nietos. Gracias a ellos es que Pradel venció a la primera, segunda, tercera y hasta la cuarta ola del coronavirus, pero, el sábado 3 de septiembre de 2022, falleció a sus 108 años de edad aquejado por su avanzada edad.

Pedro: “Héroe de la Guerra del Chaco” 

Pedro Pocubé Muller cumplió 104 años en junio del 2020. Nacido en Roboré, Santa Cruz, el anciano estaba radicado en el municipio de San José de Chiquitos donde era conocido como “Don Pedro, el héroe de la Guerra del Chaco”. En sus últimos años, el anciano guerrero caminaba poco, apenas podía oír, pero aún se alimentaba bien. Esa fue, según sus familiares, la receta con la que derrotó al COVID-19.

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Emeterio Ernesto Talavera Choque, que el 10 de marzo de 2020 cumplió 102 años, cambió muy poco su rutina durante la cuarentena por el coronavirus. / Foto: Familia Talavera Choque

“Una tía cuida a mi abuelo Pedro, que ya no va al Banco (para cobrar su renta vitalicia como benemérito) y aunque ya no puede escuchar bien, se mantiene fuerte”, narraba Pedro Weber Pocubé, su nieto, en noviembre de 2020, poco después de que, ante el temor de que pueda contagiarse con coronavirus, la familia determinó que el héroe de la Guerra del Chaco ya no salga de la casa. 

“Mi abuelo no usa barbijo, solo se encomienda a Dios para no enfermarse del virus”, contaba su nieto ese 2020. Ese mismo nieto se entristecía al pensar en el rostro de su abuelo cuando rememoraba las acciones militares en Villa Montes, donde él participó. “Lloraba al recordar a sus camaradas”, añade Weber. 

Aún hoy, los pobladores de San José de Chiquitos recuerdan cómo el centenario Don Pedro participó en 2019 del desfile por el 6 de Agosto en ese municipio cruceño. Ese mismo 2019, autoridades del municipio de Roboré, donde nació el héroe del Chaco, llegaron hasta San José de Chiquitos para condecorarlo por ser el único roboreño sobreviviente de la gran guerra. Un roboreño que al retornar del conflicto bélico tuvo 12 hijos y que a sus 104 años venció al enemigo invisible en la primera ola. No obstante, el 18 de diciembre de 2020, su corazón dejó de latir y murió.

Miguel, el hombre de las tres vidas

Miguel Siñaniz Vigabriel cumplió en septiembre de 2020, 102 años. El héroe de la patria vivía en Ciudad Satélite en El Alto junto a sus hijos, quienes lo cuidaron durante la pandemia para que no exista ninguna posibilidad de contagio del coronavirus.

Emma, una de sus hijas, contaba ese año que su padre ya estaba muy cansado, que ya no salía a la calle y que había aceptado, casi resignado, a cumplir todas las medidas de bioseguridad ante la emergencia sanitaria.  

Siñaniz (sí, con “z” al final) nació en Chayanta, Potosí, y asistió a la última etapa de la Guerra del Chaco. Emma recuerda con dolor cómo su padre le contó que, al volver del frente de batalla, tras el cese de hostilidades de 1935, el tren en el que él viajaba feliz junto a otros soldados para reunirse con sus familias, le dio un último y casi mortal susto. 

Miguel, apenas creyendo haber sobrevivido a la Guerra del Chaco, fue uno de los cerca de 150 mil soldados que quedaron desmovilizados tras el conflicto bélico y que, tras el cese de hostilidades del 14 de junio de 1935, cuando al fin lo embarcaron a casa, no podía creer que pronto vería su tierra nuevamente. La desgracia llegó cuando se descarriló el tren en el que volvía, cobrando la vida de varios soldados que ya se sentían a salvo de la muerte. “Mi padre contaba que muchos murieron en el accidente, pero él sobrevivió. Mi padre decía que fue rescatado entre muchos muertos”, narraba su hija. 

Al final de la guerra, Siñaniz se fue a trabajar varios años a Chile, pero eventualmente regresó por sus padres a Bolivia. Ya en su patria, eligió radicar en Potosí por muchos años, hasta 1985, cuando se emitió el Decreto Supremo 21060 que echó a la calle a más de 30.000 mineros con la relocalización. Benemérito o no, Siñaniz fue uno de los relocalizados de 1985 durante el cuarto mandato de Víctor Paz Estenssoro.

Posteriormente llegó a La Paz para radicar en Ciudad Satélite, en la urbe alteña. En suelo paceño reafirmó su amor por el amarillo y negro, los colores del club de sus amores, The Strongest. En las fotos de la familia, Siñaniz aún mostraba la estampa de un hombre de mirada aguda y firme cuando, a sus 102 años, un envejecido Miguel también le ganó la pulseta a la primera y segunda ola del coronavirus, hasta que, el 27 de julio de 2021, el héroe de la patria falleció por causas naturales. 

Samuel: “No me voy a enfermar yo de esas ‘sonseras’” 

Samuel Chuquimia Murillo cumplió 106 años en agosto de 2022. El excombatiente nació en la provincia Pacajes de La Paz, la tierra de los “hombres-águila”, —traducción en español de la palabra Pakajakes en aymará—, y quizás por ese linaje de los primeros habitantes del altiplano paceño es que Samuel aún se mantenía fuerte en 2020.

En el tercer mes de ese mismo año, tras la explosión de la emergencia sanitaria en Bolivia, la familia de Samuel decidió que definitivamente debía quedarse en la casa. “Además mi papá está un poquito delicado de salud por su avanzada edad”, indicó en noviembre de 2020 a Página Siete, Elena Chuquimia Alcón, una de sus hijas.

Don Samuel, como le conocían en la familia, preguntaba insistentemente por qué no podía salir a la calle en los días en que el país ingresó en la cuarentena sanitaria. Ante la falta de explicaciones contundentes, ya casi resignado al encierro, el benemérito tuvo que aceptar quedarse en casa.

El 14 de junio de 2023, cuando se conmemoraban 88 años del cese de hostilidades de la Guerra del Chaco, Chuquimia estaba en la provincia Pacajes, a más de 722 kilómetros de Villamontes, Tarija, donde el presidente Luis Arce, junto a autoridades paraguayas, recordaron el final de la guerra. Chuquimia no estuvo en el acto. Unos días antes, el 8 de junio de 2023, ocho sobrevivientes de la Guerra del Chaco en Paraguay recibieron un sentido homenaje por sus autoridades. 

“¿Qué le puedo decir? En cualquier momento se nos va, él está muy delicadito”, contó al diario Página Siete, Elena, hija de don Samuel, el martes 13 de junio en una breve entrevista a propósito del acto conmemorativo boliviano. 

Delicado, con la edad ya pesándole aquel 2020, el benemérito que vivió la Guerra del Chaco, donde la sed, el hambre y una naturaleza hostil pusieron a prueba la fe de miles de soldados, no le tuvo miedo al coronavirus y puso en duda la letalidad del COVID-19. “¿Por qué se ponen esas cosas (barbijos)? No me voy a enfermar yo de esas ‘sonseras’”, señaló el anciano guerrero, según contó su hija. 

Hasta agosto de 2023, quedaba con vida únicamente Samuel Chuquimia, quien vivía en la provincia Pacajes. Unas semanas después del acto por el cese de hostilidades entre Bolivia y Paraguay por la Guerra del Chaco en Villamontes, el presidente Arce dispuso un pago único y extraordinario de 21.000 bolivianos a Chuquimia por ser el último héroe del Chaco con vida en el país.

Y ahí el benemérito todavía espera. 

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Este texto forma parte del especial El Chaco en llamas