El profe
El profe, como lo conocíamos, era bien entrañable. Lo recuerdo en el 2008, cuando apenas empezaba la carrera y el mundo me parecía hecho de espuma. De todos los profes, era él el que me tocaba y me sentía halagado.

No entiendo lo que pasa en la Carrera de Literatura, ya son años que partí y lo quiero a mi Adolfo, hombre disque serio, pero que en el fondo era un profe maravilloso.
Recuerdo que escribía en letras grandes: JOYCE. Ese era su maestro y, desde luego, el motor de nuestras charlas; porque quién conocía al Adolfito, debía suponer que admiraba al irlandés más que a nada en su mundo. Bueno, es un modo simpático de decirlo.
A lo mejor es el recuerdo de un día, allá por el 2008, de una cosa que no se permitían algunos profes. La cuestión es que el Adolfito me dijo que tenía madera para seguir escribiendo y que éramos pocos los que recibíamos ese halago. Primero porque él me regaló una buena entrada a mi primera novela. Segundo porque era un tipazo que nunca se corría para nada.
Lo que pasa después de eso es nada más que tedio de escribir. Quienes lo conocimos podemos decir que no solamente fue nuestro profe, sino un maestro: el gran Adolfo Cárdenas Franco.