Matasueños: Un viaje de pesadilla por los recovecos más oscuros de la ciudad de La Paz
Matasueños de Adrián Nieve es una obra que se presenta como una amalgama fascinante de lo macabro, lo oscuro y lo surrealista, todo esto enmarcado en el contexto cultural y social de La Paz. Este libro de cuentos terroríficos e interconectados entre sí nos transporta a un mundo donde los monstruos, dioses, demonios y brujos habitan las sombras. Y en esta atmósfera de constante amenaza, lo que realmente los aterra a todos es una figura que desafía cualquier noción de poder o lógica: una extraña mujer metalera, con habilidades sobrenaturales, conocida como la Matasueños.
En el marco de este universo sombrío y violento, la presencia de la Matasueños es el punto de inflexión que marca el tono de cada uno de los nueve relatos. A través de estas historias, Nieve no solo crea un mundo de horror y tensión palpable, sino que también ofrece una reflexión profunda sobre la idiosincrasia boliviana, la política y las contradicciones sociales que atraviesan el tejido de nuestro país. A lo largo de los cuentos, la ciudad de La Paz no es solo figura como el escenario físico donde se desarrollan los eventos, sino que se termina por convertir en un personaje más: su geografía accidentada, sus contrastes sociales y su historia política se imponen como protagonistas en la trama de un libro que combina lo fantástico con lo terriblemente real.

Desde el primer cuento, la ciudad de La Paz se presenta como una urdimbre de misterio y amenaza, una metrópoli donde la modernidad y las tradiciones se encuentran en constante lucha. Las laderas empinadas de la ciudad, el caos del tráfico y la dualidad entre lo ancestral y lo contemporáneo se convierten en el caldo de cultivo perfecto para los monstruos y seres sobrenaturales que habitan en este mundo distópico. Sin embargo, no es solo la geografía lo que marca la diferencia, sino la atmósfera palpable de inquietud social y política que acompaña cada paso de los personajes. En Matasueños, los demonios no solo son criaturas sobrenaturales, sino también las representaciones de los vicios y corrupciones que infectan a la sociedad boliviana. Tomando la forma de funcionarios públicos, políticos importantes, empresarios e incluso médicos de renombre.
Es así, que en cada relato La Paz casi llega a tomar la forma de un personaje vivo, marcado por la precariedad de su orden social, sus tensiones históricas y su atmósfera cargada de opresión. Los contrastes entre los barrios más humildes y los sectores más poderosos de la ciudad se reflejan en los seres monstruosos que surgen en cada rincón, simbolizando las luchas de poder, la miseria humana y la marginalización de las clases más desfavorecidas.
A través de los ojos de los personajes que habitan en este mundo de pesadilla, el autor aprovecha el caos para criticar aspectos fundamentales de la idiosincrasia boliviana. Las estructuras de poder, la impunidad, el clientelismo político y las luchas internas dentro de la sociedad se convierten en monstruos que afectan tanto a los habitantes de La Paz como a los seres sobrenaturales. Los demonios, los ángeles y los brujos no son más que reflejos de los vicios humanos, y la ciudad misma parece estar atrapada en un ciclo de desesperanza y miedo, donde las viejas heridas históricas no terminan nunca de sanar.
En medio de este caos de seres invisibles y crueles, resurge la figura de la Matasueños, como eje central que da cohesión a todas las historias, hilando una suerte de novela en parte o cuentario. Esta mujer de extraña procedencia que habita las sombras de la ciudad y tiene el poder de derrotar a los seres más temibles del universo, es la figura que da unidad a todas las tramas del libro. La Matasueños es un personaje que representa la confrontación contra los poderes autoritarios, sean estos humanos o sobrenaturales, y su rol como justiciera la coloca como una fuerza de equilibrio en un mundo marcado por la opresión. Su poder va más allá de lo físico, más allá de lo místico: La Matasueños es la representación de la lucha contra la injusticia, la venganza contra aquellos que han explotado y oprimido a los débiles, y la capacidad de desmantelar el abuso, incluso si este viene de un dios o un demonio. La creación de este personaje constituye un triunfo narrativo, pues la hechicera encarna una paradoja: es tanto víctima de su propio poder como una ejecutora de justicia ante la opresión y el abuso.
Lo que realmente da temor a los monstruos, brujos y entidades divinas no es solo la magia de la Matasueños, sino la forma en que ella desafía el orden establecido ya sea en el plano místico o en el terreno político. Es una figura imparable, que desafía la muerte, el poder divino y humano, y avanza en su misión de justicia sin importar las consecuencias, ni rendir cuentas a nadie, a menos a simple vista. A lo largo de los relatos, se revela que su destino estuvo sellado desde su triste infancia, cuando descubrió su habilidad especial para poder ver a los seres que habitan los planos místicos de la existencia y le fue otorgada la misión de establecer un orden en el desorden y de hacer justicia, incluso cuando eso implique vivir en soledad y sacrificar la calidez familiar por una vida en constante movimiento.

En cada cuento, los seres y entidades que deberían ser los máximos poseedores de fuerza y poder se encuentran en la misma posición que los humanos que luchan por sobrevivir: temen a la Matasueños, y no pueden escapar de su destino cuando ella decide intervenir. En este sentido se puede comprender que este símbolo de resistencia ante la opresión, de justicia frente a la corrupción y de lucha contra los abusos del poder, tiene fuerza suficiente para hacerse valer ya sea frente a un demonio, un ángel, el mismísimo Dios o un político cualquiera.
Igualmente, el personaje de la Matasueños se convierte en una alegoría de la lucha por la justicia en un contexto político que ha sido históricamente inestable. En Bolivia, la historia de la lucha contra la tiranía, la desigualdad social y la violencia ha sido una constante, y la hechicera se convierte en el símbolo de esa resistencia: una figura arquetípica de la sabiduría ancestral, pero también de la acción directa que destruye las estructuras de poder corruptas. La crítica política que se despliega en torno a la Matasueños se plasma no solo en sus acciones, sino también en las repercusiones de su intervención en el orden establecido.
Uno de los relatos más impactantes, “La Furia”, cuenta la historia de un cirujano corrupto que hace uso de poderes sobrenaturales para perpetuarse en una situación de superioridad social, poniendo de manifiesto las grietas de un sistema que permite el abuso de autoridad, la explotación y, sobre todo, la impunidad, particularmente en el contexto de las dinámicas de género y el maltrato hacia las mujeres, las cuales literalmente se convierten en el alimento que el arcángel, que habita en el interior del médico, necesita como sustento. Al final del relato, la fusión de todas las almas de las mujeres martirizadas da lugar a un nuevo demonio denominado “La Furia”, el cual logra someter finalmente el poder del arcángel, poniendo de manifiesto cómo la justicia no siempre proviene de las instituciones tradicionales, sino que, en ocasiones, la justicia verdadera es la que surge de la ira y la lucha de aquellos que han sido oprimidos. La formación del demonio a partir de las almas de las mujeres asesinadas y abusadas se convierte en una poderosa metáfora de la venganza y la justicia colectiva, mostrando que, cuando los sistemas fallan, la movilización y la resistencia de las víctimas pueden ser una fuerza imparable que exige reparación y sanción.
Por otro lado, cuentos como "Memento Mori" o “Lunes otra vez” ofrecen críticas directas a la corrupción en el ámbito político prestablecido, retratando a un gobierno desinteresado por el bienestar del pueblo y obsesionado con el control. En "Memento Mori" el personaje principal, un político que busca hacerse con la alcaldía de La Paz, está atrapado en una red de traiciones y alianzas corruptas, debiendo enfrentarse no solo al mundo sobrenatural del que se ha valido durante toda su vida, sino también a sus propios demonios internos, aquellos que representan la codicia, la ambición y la falta de ética. Mientras que en “Lunes otra vez” llegamos a un pico de ironía, con un endemoniado hijo en desgracia del mismísimo Dios que se recrea torturando a pobres mortales desde una de las más pesadillescas oficinas estatales de nuestro país.
En cuentos como “Mariposa” tenemos reflexiones relativas a las consecuencias de intentar manipular los sentimientos ajenos y el peligro inherente de recurrir a la magia o cualquier tipo de poder para controlar a otros. La transformación del protagonista en un monstruo al final del cuento es una metáfora de cómo la obsesión y el deseo de poseer a alguien a toda costa puede deshumanizar a una persona. Su intento de forzar el amor a través de la magia negra no solo estaba acabando con la personalidad que formaba al objeto de su deseo, sino que también termina por consumirlo a él, mostrando que el abuso de poder, el egoísmo y la falta de respeto por la autonomía de los demás conducen inevitablemente a la autodestrucción. Este cuento también puede interpretarse como una crítica a la cultura del amor tóxico y posesivo, donde el control y la manipulación son vistos como formas de "afirmar" el amor, cuando en realidad lo que se consigue es la desintegración tanto del objeto de deseo como de quien lo desea. Al final, el precio a pagar por el egoísmo es el más alto: la pérdida de la misma humanidad.

Narrativamente, Adrián Nieve demuestra habilidad en combinar lo fantástico con lo cotidiano. Su estilo es visceral y directo, pero también poético cuando es necesario, creando imágenes poderosas como la visión desolada del funeral de un gato frente a la inmensidad de las montañas o decenas de personas derretidas por el tedio renaciendo dentro de nuevos cuerpos con memorias programadas. La prosa de Nieve es inmersiva, y cada cuento ofrece la atmósfera de claustrofobia y ansiedad que se propone con situaciones extenuantes para el lector. Como es el caso de “Tabú”, relato que explora el poder que yace oculto en la imagen física que proyectamos, a través de las grotescas acciones de su protagonista, un hombre obeso que por influencias sobrenaturales se ve obligado a comer carne humana hasta desfallecer.
Asimismo, si bien el ritmo de los relatos es variable, siempre está presente en ellos una sensación de inminente peligro que acecha a los personajes en todo momento. En este entender, el autor no solo juega con el terror, sino que también incorpora elementos de humor negro y surrealismo. Amuletos malditos interviniendo en bailes del carnaval de Oruro, alcaldes que deben su puesto a la magia negra, muchachitos imberbes que juegan con magia que no pueden entender y la compresión de que todas las desgracias que vivimos como bolivianos, incluidos el tedio y la burocracia, posiblemente se deban a intervenciones oscuras de poderes que ni siquiera podemos sospechar que existen, y en esa ignorancia podemos descansar felices, mientras la Matasueños duerme estrictamente cinco horas diarias y se entrega a un destino incierto, buscando el equilibrio dentro del imposible caos boliviano.