Charlas breves: Candela Antón de Vez
Por favor, haz un resumen de tu trayectoria profesional.
Mi trayectoria ha sido larga y variopinta. Me he formado y trabajado como actriz durante muchos años, a la vez he estudiado humanidades y antropología y actualmente trabajo para National Geographic y Fundación Palarq desarrollando un podcast sobre arqueología y paleontología. También divulgo sobre contenido antropológico en redes sociales.
Cuéntanos algo que nos ayude a conocer mejor a Candela Antón como persona.
Creo que podría definirme como una buscadora; aunque, por desgracia, aún no tengo muy claro qué estoy buscando.

¿Qué te llevó a querer ser actriz?
En realidad yo nunca quise ser actriz. Era algo más parecido a un hobby. Desde que tengo uso de razón he querido ser egiptóloga. Pero me enamoré de un director que me dijo que tenía talento y que si nunca lo intentaba me arrepentiría. Tenía razón. Por eso me casé con él. Ahora tenemos una hija y yo tengo clarísimo por qué no quiero ser actriz. Para saber lo que uno quiere hay que intentarlo, pero para saber lo que uno no quiere también. Nunca me he arrepentido de esa decisión.
Mucha gente te conoce y te sigue pues amaron a Berta y cómo la interpretaste. ¿Qué es lo que más recuerdas de Berta, el personaje, y también de tu tiempo en Merlí?
La verdad es que le guardo cariño a Berta, el personaje siempre se me antojó tan perdido como lo estaba yo. Eso sí, nunca me ha gustado cómo termina en la serie. Los finales son muy complicados y suele pasar que algunos personajes se pierden por el camino. Berta fue uno de esos personajes.
Merlí fue una época de claroscuros. Los claros son vox populi, los hemos hablado muchas veces en entrevistas y demás actos. Los oscuros son más complejos, muchos de ellos aún bajo una suerte de “secreto de sumario” entre los actores del cast. Aunque básicamente podrían resumirse en que cuando uno es joven es fácil de manipular; es sencillo prometer el oro y el moro a los actores jóvenes para exprimirlos y luego dejarlos tirados. Nada nuevo en la industria.
Que la fama sea algo tan deseado es el claro síntoma de que vivimos en una sociedad con muchas carencias.
Pasaste de ser actriz a convertirte en divulgadora de antropología en redes sociales. ¿Cómo surgió esa transformación y qué te llevó a compartir este tipo de contenido?
Bueno, me gusta pensar que la actuación ha sido un paréntesis necesario en mi formación. Siempre he vivido más afín a la Candela humanista y antropóloga que a la Candela actriz, así que, realmente, el cambio ha sido una muy deseada vuelta al hogar.
Respecto a la divulgación, creo que uno de los mayores errores de la ciencia y de cualquiera de las disciplinas que se dedican a la obtención de conocimiento es olvidar que ese conocimiento debe repercutir en la sociedad y no quedar atrapado únicamente en las esferas académicas. No creo en el elitismo del saber. Creo que el saber nos pertenece a todos. De ahí que mi objetivo sea acercar ese conocimiento al gran público, se me antoja como devolver algo a su propietario original.
Sinceramente considero que la educación, la formación y el hecho de cultivar el pensamiento crítico y una mirada afilada del mundo que nos rodea es lo único que puede ayudarnos a que los cambios sean lo más para mejor posible.
Hay un montón de gente que confunde antropología con arqueología. ¿Cómo la definirías tú para evitar esta confusión?
(ríe) ¡Esta pregunta me encanta! Y también me encanta responderla. A grosso modo, y para hacer una distinción clara y rápida, podría decirse que la antropología es la parte teórica de la arqueología. Es decir: la arqueología se ocupa de la materialidad, de los restos de las actividades humanas. Y la antropología se ocupa de comprender todo aquello inmaterial que nos convierte en seres humanos.

Debo puntualizar que me refiero a la parte cultural y lingüística de la antropología. Porque los antropólogos también se ocupan del estudio de la evolución humana. Esto sería la paleoantropología. Esta última es un poco la mezcla perfecta entre arqueología y antropología.
Más allá de tus redes, ¿cómo aplicas tú antropología en lo cotidiano? ¿Dónde está la antropología en las dinámicas de la vida moderna?
Pues sinceramente creo que la antropología vertebra toda mi existencia. La hallo en la forma en que me relaciono con mi familia, con mis amigos, con mis compañeros de trabajo. La veo sin duda en el uso que le damos a las redes sociales, en cómo nos relacionamos con las noticias y la información. Desde que empecé mis estudios en antropología, mi vida ha dado un verdadero vuelco. Ahora percibo muchos más matices en todo lo que me rodea, y, sobretodo —y tal vez lo más fascinante y peligroso—, ahora veo que lo cultural es una estructura, un compendio de normas, conductas y amalgamas históricas que no existe más allá de nosotros. Esto me lleva a hacerme una cantidad ingente de preguntas, pero tal vez la más acuciante y la más actual sea: ¿Hay alguna otra manera de hacer las cosas? Me refiero a si hay alguna otra manera de relacionarnos entre nosotros y con nuestro entorno.
Por cierto, la respuesta corta sería: SÍ.
Para la larga te animo a que me sigas en Instagram o TikTok. (@candeliousfang)
¿Qué fue lo más revelador que descubriste sobre la naturaleza humana desde que te adentraste en esta disciplina?
Lo más revelador que he aprendido sobre la naturaleza humana hasta la fecha es que vivimos en una tensión perpetua entre nuestra realidad más cotidiana y la abstracción de las ideas y conceptos. Con esto me refiero a que me tiene anonadada la capacidad que tenemos para proyectar un mundo y habitar otro.
Por ejemplo, en mi persona, me fascina la disonancia entre vivir en un mundo profundamente capitalista, en una sociedad de consumo, y dedicar mis horas a reflexionar sobre formas de relacionarnos económicamente con nuestro entorno que vayan más en pos de la cooperación y el uso responsable de los recursos. En fin, toda una paradoja.
(Probablemente si me hicieras esta pregunta mañana u otro día la respuesta sería totalmente distinta, porque, al final, se me ocurren pocas cosas más fascinantes y llenas de matices que la naturaleza humana).
Las tendencias virales duran horas. Un momento hay una cosa viral y poco después ya hay otra. ¿Cómo logras que un tema tan profundo como la antropología resuene entre tus seguidores?
Pues si te soy sincera no tengo ni la menor idea. Reconozco que no soy muy ducha en esto del arte de la viralidad y no se me da muy bien cazarlas al vuelo. Soy más de tipo “gota malaya” que otra cosa. Lo mío es mantenerme constante y seguir haciendo contenido. He ido aprendiendo que las estadísticas no son lo más importante, que algunos vídeos tendrán muchísimas visualizaciones pero levantarán ampollas y que otros que tengan muchas menos tal vez serán mucho más reconfortantes para mis seguidores. Al final considero que el interés por entendernos a nosotros mismos está ahí, y que todo el mundo puede sentirse interpelado por la antropología.

Relacionado a esa última pregunta, he visto que logras equilibrar rigor académico con cercanía. ¿Qué retos enfrentas al intentar hacer accesible una ciencia como la antropología sin perder profundidad?
La realidad es que el reto más complejo que enfrento a la hora de crear contenido es conseguir embutir temáticas complejas y profundas en vídeos de un minuto y medio. Es una locura. Pero me gusta pensar que mis vídeos sirven como puerta de entrada, como invitación a adentrarse en algo más hondo.
Y la otra cuestión problemática —muy ligada con la primera— sería la de los matices. La mayoría de temas que trato son profundamente matizables y tienen una serie interminable de pormenores. Es decir, que tengo que comprometerme con un autor o autora o con una posición de estudio determinada a la hora de crear cada pieza de vídeo. Y hacerlo de forma sintética y lo más “cerrada” posible. Por eso me gusta mucho el formato de vídeo “en directo” o el formato podcast, porque me permiten desarrollar los temas largo y tendido aduciendo matices y discusiones sobre los temas que trato.
Mencionas en tus redes la importancia de “desaprender” ciertos conceptos. ¿Qué ideas o prejuicios consideras que debemos cuestionar en nuestra sociedad?
¿Sinceramente? Todo. Creo que los seres humanos tenemos dos grandes poderes: la creatividad y el pensamiento crítico. Y a mí me interesa reventar cuantas más estructuras mejor. Al fin y al cabo, los sistemas más duraderos son aquellos más habituados al cambio y al caos. Las estructuras muy firmes colapsan antes.
Retrocedo un poco a una pregunta quizás más básica, quizás más compleja: ¿cuál es la mejor forma de enseñar a cuestionar?
En mi opinión la mejor forma de enseñar es a través de la pregunta. Las preguntas son las herramientas más sugerentes de las que disponemos. Son una invitación, un cebo tentador. Abren la puerta a un mundo nuevo sin violencia alguna. Eso sí, las consecuencias de una pregunta pueden ser arrolladoras y, en algunos casos, incluso devastadoras. Así que, como todo, hay que usarlas de forma responsable.
He visto un montón de comentarios que te comparan con el personaje Merlí por tu nuevo rol de divulgadora de antropología. ¿Encuentras algún paralelismo entre lo que haces y lo que hacía este personaje?
Pues imagino que poner patas arriba lo que la gente cree o cree saber me convierte en un ser igual de incómodo y pesado que Merlí, así que supongo que sí. Aunque a mí se me dan mejor las mujeres. (Y los hombres)
¿Qué temas antropológicos consideras que deberían debatirse más en espacios públicos o incluso en las aulas de secundaria?
Absolutamente todos. Pero podríamos empezar por el etnocentrismo imperante en la cultura occidental y su tensión con la posición de estudio del relativismo cultural. Aunque también sería interesante abordar cómo las sociedades imprimen sus estructuras en los tiempos pasados. Por ejemplo lo que sucede con la imagen popular que tenemos de la prehistoria: esa época de guerra y violencia en que los hombres salían a cazar y las mujeres se quedaban en la cueva cuidando de los niños. Ya se ha demostrado que eso no era así, que los roles eran mucho más fluidos. Pero la sociedad se resiste a cambiar. Al final en algo hay que fundamentar las desigualdades actuales.
Para ir terminando, ¿qué estás leyendo actualmente?
Esta pregunta es terrible. Estoy leyendo más de veinte cosas a la vez. No es porque sea una especie de loca de los libros (que también) sino que estoy escribiendo mi propio libro de divulgación antropológico y tengo que recabar muchíííísima información. Así que estoy mezclando artículos científicos sobre las relaciones socioculturales del género Pan, o sobre un vistazo neurobiológico al lenguaje con libros sobre Colapsos y otros sobre la violencia. Eso sí, por placer estoy leyendo Se montó la historia de la gran divulgadora Doña Gorgo.
Si tuvieras que recomendar un solo libro para entender la antropología contemporánea, ¿cuál sería y qué mensaje debería extraer de él un lector promedio?
La verdad es que no recomiendo formar una opinión a través de la lectura de un único libro. Por lo que sea eso me parece más cercano al fanatismo que a la ciencia (véanse las grandes religiones monoteístas). Pero si tuviera que recomendar solo uno recomendaría El amanecer de todo de David Graeber y David Wengrow (antropólogo y arqueólogo). Y en mi opinión, la idea más relevante del libro sería cómo la irrupción de ciertos conceptos (en este caso el de “desigualdad”) y miradas nos obligan a reformular lo que creíamos saber sobre nuestra historia y nuestro pasado.

En cuanto a libros de ficción, ¿qué autores o autoras recomiendas leer?
Creo que la lectura debe responder al estado de ánimo. Si te sientes perdido y no sabes qué camino tomar para avanzar o crecer, lee a Hermann Hesse; si necesitas visitar y tal vez resquebrajar las estructuras de tu universo, lee a Victoria Woolf; si quieres sentir angustia y ansiedad, lee a Franz Kafka; si necesitas que la vida tenga toques mágicos, lee a Gabriel García Márquez; y si quieres cinismo y perversión, sumérgete en Oscar Wilde.
La realidad es que, de un tiempo a esta parte, mis lecturas de ficción han sido reemplazadas por lecturas científicas, especializadas y teóricas. Pero no pasa nada. Hay que saber mutar con el tiempo y perseguir lo que a uno le interesa.
¿Qué libros quisieras leer, pero todavía no tuviste la oportunidad?
Todos. ;)