Inteligencia artificial: un reflejo

A Carla Unna Jatha la asaltan varias reflexiones y una de esas noches los cuestionamientos versan sobre el arte y la Inteligencia Artificial, los cuales plasma en un texto que nos invita a ahondar un poco en este tema que cada día se vuelve más complejo e interesante.
Editado por : Adrián Nieve

Deben haber pasado tres meses desde que se me dio por escribir sobre un tema actual, relevante y que, además, sea de mi interés. “Estoy jodida”, pensé inmediatamente mientras me mordía los labios y, luego de vagar por las calles de la ciudad de La Paz, después de otra jornada común en la oficina, ya por la noche antes de acostarme, acudí a mi plantita consejera, la que, sin duda alguna, en este tipo de situaciones, me trae consuelo y hasta me permite disociar mi ser racional para ver aquella realidad que yace oculta detrás de las apariencias. 

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Imagen: Julliet.ai

Las variopintas voces de mi mente gritaban todas a la par, cada una con su sugerencia: política, cambio climático, el dólar o la guerra eran posibles opciones. Tal vez hubiera escrito sobre el cambio climático, pero una vez calmada mi mente, desde lo profundo de mi corazón, una voz de ultratumba al ritmo de un cuenco tibetano —como si se tratara de una epifanía—, me trajo ese concepto etéreo llamado revelación: ¿por qué no escribir sobre la Inteligencia Artificial y su relación con el arte?

Robota

Ya lo decía Óscar Wilde en su famoso aforismo: “aunque parezca irónico, la vida imita al arte mucho más que el arte imita a la vida”. 

Lo que me recordó a otro escritor, Karel Capek, periodista, fotógrafo, dramaturgo, educador y trotamundos. El siete veces nominado al premio Nóbel de literatura estrenaba, en 1921, su obra de teatro RUR. En esta obra Karel acuñó la palabra “robot”, palabra de origen checo, robota en realidad, que significa sirviente. “Ironías de la vida porque todo apunta a que los papeles se invertirán”, pienso, de manera un tanto fatalista, germen conspiranoico que mi madre me inculcó. Entonces decido no quedarme en lo fatal y empiezo a preguntarme: ¿qué diría Karel de ChatGPT? Cómo artista, ¿sentiría que su trabajo corre peligro? ¿Es la I.A competencia o colega? ¿Podría un día la I.A superar la inteligencia del artista?

En los 70 años que lleva el desarrollo de la Inteligencia Artificial se ha escrito ya mucho y desde varios puntos de vista, sean históricos, técnicos, éticos, etcétera. El excesivo interés por conocer este fenómeno nos retribuye a una pobreza de Ser inconmensurable y, sin embargo, anhelamos profundamente clarificar nuestra ciencia, 

¿En qué me baso para afirmar esto? Pues, para ser lo más breve, nuestra razón es como la cucharilla de San Agustín, nuestra comprensión del mundo manifiesto, como nombran los sabios en la India, está sujeta al instrumento de nuestro intelecto, el cual está impregnado de nuestra personalidad, esa per-sona en su saber subjetivo solo es capaz de reflejar una versión distorsionada de la “Verdad” y esa verdad es aquella que se esconde detrás de la máscara del “Yo, Carla”, es aquel SER contingente, es por eso que prefiero contar una breve historia para responder estas preguntas.

Alvaro, el suceso.

La noche del 4 de diciembre del 2022 estaba impregnada del seductor olor de un par de cervezas en un pequeño departamento de la ciudad de La paz, durante la antesala al estreno del videoclip Awichas. Su autor, Álvaro Villaroel, alias Khuno, veía con atención un video corto de YouTube donde la leyenda de la animación Hayao Miyazaki, muy disgustado, arremetía en contra del uso de la inteligencia artificial con fines artísticos. 

El ganador del Óscar honorífico por su destacada carrera en el arte cinematográfico exponía su molestia con las siguientes palabras: “si realmente quieren hacer cosas horripilantes, pueden hacerlo. Yo nunca incorporaré esta tecnología en mi trabajo, realmente siento que esto es un insulto a la vida misma”. Álvaro elevó su atención de la pantalla de su celular, por encima de sus lentes, y con una voz muy segura me dijo: “yo pienso todo lo contrario”.

Tres meses antes, Álvaro, quien lleva más de 20 años creando música experimental al fusionar sus estudios en el Conservatorio y sus incursiones en la música autóctona, veía por primera vez una película animada para adultos, de la mano del difunto director Satoshi Kon. Alvars, como lo llaman sus amigos, vio Paprika, una producción cinematográfica que formateó su percepción sobre la animación japonesa y lo inspiró a crear un videoclip psicodélico animado para la más reciente de sus composiciones.

La travesía iniciaba, pero encontrar un diseñador o dibujante apropiado para sus ambiciones se convertiría en una piedra en el zapato, las cotizaciones oscilaban alrededor de los 17.000 bolivianos y este tipo de gastos solo pueden permitírselos las instituciones públicas o empresas grandes. Alvars, con la gracia inocente que da la ignorancia, pensó que con un presupuesto de máximo 2000 bolivianos lograría ejecutar su proyecto y ahora todo se estaba convirtiendo en una pesadilla.

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Imagen: recla.org

Del inconsciente colectivo, luego de varios días sufriendo por el fantasma del videoclip que no podía realizar, surgió una esperanza. Álvaro había escuchado del uso de la I.A en el campo de la pintura y, sin pensarlo dos veces, se metió de lleno a investigar y a experimentar las distintas alternativas de I.A de diseño y creación de imágenes que ofrecía el internet. 

El artista vs. El desarrollador de software

Álvaro, al igual que Karel Capek, es multifacético. Además de ser músico, es desarrollador de software full stack, lo que quiere decir que es aquel que trabaja tanto con el front-end (lo que ve el cliente), como con el back end (la lógica y la infraestructura detrás del sitio o aplicación). Su curiosidad por las tecnologías humanas lo embriagan de ilusión al pensar en la Inteligencia Artificial, el lenguaje detrás de las redes neuronales artificiales, más allá de sus errores y aciertos. La I.A. es, a ojos de Álvaro, el punto máximo de expresión de la inteligencia lógica de entre todos los seres de este planeta. 

Pero el artista, que también es, no queda exento del debate sobre si el uso de la I.A con fines artísticos mellará la creatividad humana o, al contrario, si esta tecnología estimulará la creatividad del artista.

En realidad, Álvaro piensa que estar a favor o en contra de esta tecnología resulta obviamente relativo. Según él, la creatividad del artista se está poniendo en tela de juicio injustificadamente y, como agente creador, Álvaro adopta una filosofía metafísica, por lo que no siente que su facultad creativa se encuentre amenazada. Claro, para él la inspiración surge de una conciencia superior.

Friedrich Nietzsche mencionaba en su libro El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música, lo siguiente: “En la medida en que el sujeto es artista, está ya redimida su voluntad individual y se ha convertido, por así decirlo, en un médium a través del cual el único sujeto verdaderamente existente festeja su redención en la apariencia”.

En palabras de Alvaro: “Cuando toco un instrumento aerófono andino, como ser un Muquni, para una celebración como el Amaypacha, dejo de ser ‘YO’, siento una conexión con las almitas”.

Detrás de cada I.A.

Entusiasmado con la idea de que dicha tecnología impulse la creatividad humana a nuevos y revolucionarios términos, Álvaro realizó su videoclip con ayuda de la I.A Disco Diffusion y, como resultado, en los meses posteriores, complementó su arte tomando cursos de animación y cursos de dirección de cortometrajes. Ahora no solo es músico y editor de Awichas, sino de varias otras producciones propias. Como en un juego, Álvaro agregó una skill a su repertorio artístico, con esto me respondo sobre si la I.A es competencia o colaboradora.

En mi subjetiva conclusión la I.A no podrá superar la “Inteligencia” del artista, ya que este recibe su inspiración de aquello que nuestro Intelecto no puede apresar, no hay de que asustarse, detrás de cada I.A aún existe la mano humana que la nutre de bases de datos y desarrolla su código. Es más, la red de neuronas de la I.A esta inspirada en la red neuronal del ser humano, así como la Inteligencia Artificial es solo un pequeño reflejo de la Inteligencia del ser humano. La inteligencia del artista es el reflejo de una conciencia creadora.

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