Nostalgias de mi barrio

Con la presente entrega, nos trasladamos a Tarija, a un barrio festivo, alegre y rico en tradiciones, donde Valentina, la narradora, compartió momentos memorables junto a sus padres, abuelos y vecinos.
Editado por : Daniela Murillo

Qué lindo es mi barrio.
Los conozco, me conocen. Soy la hija de Anita y William, nieta de don Ariel y doña Juanita.

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“Mi barrio, construido con las historias que poblaron sus calles, está rodeado de historia, gastronomía, creencias, fiestas, arquitectura y mucho más”. / Fotografía: Archivo Valentina Reinoso A.

Cada día, antes de las siete de la mañana, suenan las campanas de la iglesia San Roque convocando a misa. Mi abuela, al igual que el resto de las vecinas, barren las aceras de sus casas, aprovechando ese momento para contarse diversos acontecimientos. Ellas son las primeras en despertar y las últimas en acostarse. Después de dejar limpio su espacio, entran a desayunar. Mi abuelo espera a mi abuela en la cocina, sentado en una de las sillas junto a la mesa, mientras ella prepara café, que acompañarán con queso y caspas.

Mi abuela da unos sorbos a su taza y recoge apresurada su bolsón. Al igual que todas las señoras del barrio, se va al Mercado Central para “pillar” carne y verduras frescas. Baja la cuadra de la calle Sucre; en el lugar, se encuentra con amigas que compran o venden. Adquiere lo necesario, pero nunca sin dejar pasar un platito de saice de doña Pastora o, sino, los choricitos de doña Felisa. Al concluir, visita el puesto de su amiga —de la cual nunca supe su nombre— que prepara flan y gelatina con crema. Compra dos flanes con caramelo para llevarme de postre.

El mercado, además de proveernos alimentos, es uno de los puntos de encuentro de los vecinos y vecinas del barrio. El otro punto es la esquina de la General Trigo y Corrado; este último era el favorito de mi abuelo y sus amigos zapateros, que terminaban uno o dos cigarrillos cada uno antes de retornar a sus hogares.

Mi barrio, construido con las historias que poblaron sus calles, está rodeado de historia, gastronomía, creencias, fiestas, arquitectura y mucho más.

Mi barrio se caracteriza por ser alegre y festivo. Para carnaval, las comadres más famosas son las comadres “molineñas” del barrio El Molino, y las “san roqueñas”, nuestras representantes. Ambos grupos se disputan la corona el jueves de comadres. Muy importante quién baila y quién festeja mejor.

Por su parte, los hombres toman protagonismo en la Fiesta de San Roque. Muchos vecinos, de generación en generación, hicieron una promesa al santo San Roque patrono de Tarija, por lo que cada año recorren las calles de la ciudad partiendo de la iglesia que lleva su nombre, vestidos de chunchos promesantes, luciendo un turbante con plumas, pollerín, ponchillo, flecha, pañoleta y velo; todo ello al sordo gemir de las cañas y al dulce sonar de las quenillas, instrumentos que armonizan la procesión. Y son las vecinas más antiguas las que, previo a la procesión, se encargan de vestir con sus mejores galas al santo.

En la calle ancha, hoy conocida como la calle Cochabamba, cada 26 de julio se realiza la Fiesta de Santa Anita, una fiesta de miniaturas, gastronomía regional y artesanías. Aquí, los protagonistas son los niños y niñas, cuya oferta se concentra en la comida, como un “saicecito”, “ranguita”, “sopita de maní”, “guitarritas dulces”, “refresquito de pelón”, “pastelitos”, “tamalitos”, “chanchito a la olla”, entre otros. Todo ofrecido en diminutivo. Y es que, en Tarija, la comida trasciende su importancia alimenticia, es una muestra de afecto y respeto, y cada ocasión tiene un platillo especial.

Asimismo, en mi barrio, cada primero de mayo, se festeja el aniversario del Club Royal Obrero el más antiguo de la ciudad y formador de brillantes deportistas que conformaron el seleccionado de fútbol tarijeño.

Recuerdo que en mi barrio teníamos a doña Luz, una enfermera reconocida que colocaba ampollas, sueros, nebulizaciones, etc., a todos y todas de la zona. Particularmente, en mi casa, me amenazaban con traer a doña Luz a colocarme una inyección si no comía mi almuerzo, un miedo que me quedó bastante tiempo.

En mi barrio también tuvimos a doña Alicia que, considero, fue una rebelde que transgredió las normas y códigos establecidos en la sociedad tarijeña de los noventa. Ella tendría unos sesenta y pico años de edad, siempre con novios diferentes; lo sé porque siempre la pasaban a buscar a su casa, que justamente era al lado de la mía. Aquellos días entendí que, para el amor, no hay edad. Sucesos como el que narro escandalizaban al resto de las vecinas, pero ella, desde su forma de vestir y ser, desafiaba no solo al barrio, sino a la sociedad conservadora de ese entonces.

Recuerdo muchas cosas como esas, aunque, hoy, mi barrio ha cambiado. Muchos y muchas de quienes andaban por sus calles han fallecido, dejando sus casas como herencia, varias de las cuales han sido vendidas o, en contados casos, conservadas.

Hoy los vecinos ya no me conocen y no los conozco. Hoy en día mis abuelos ya no están. No hay más encuentros en la esquina de la General Trigo y Corrado, y cada vez son menos los encuentros en el Mercado Central.

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Valentina junto a sus abuelos, don Ariel y doña Juanita, a quienes recuerda vívidamente y con amor. / Fotografía: Archivo Valentina Reinoso A.

A decir verdad, mi barrio no es lo que era, pero aún sigue siendo hermoso.


Glosario

Caspas. Pan de harina de trigo, tradicional de los valles de Tarija.

Caña. Instrumento elaborado con caña hueca y cuerno vacuno o de latón.

Chuncho. Don Rafael Arce, hizo que los chunchos* (bailarines promesantes), cuya etimología se cree es de origen quechua o aymara y que su procedencia además refiere a la época de la colonia y a la Virgen de Guadalupe en México, salgan en procesión acompañando al Santo los días de la Fiesta de San Roque al son del tambor y la quenilla, utilizando su atuendo típico (turbante de plumas de pavo, velo, ponchillo, pollerín, estalla, y alpargatas, que en la década del 70 eran utilizados. Hoy en día, utilizan zapatos).

Club Royal Obrero. Club de fútbol centenario cuya sede se encuentra en el barrio San Roque, en las calles Alejandro Corrado entre Daniel Campos y Sucre.

Guitarritas dulces. Masita elaborada con harina de trigo en forma de guitarra, cubierta de un glaseado color rosado y blanco.

Ranguita. Plato típico elaborado con panza de vaca, ají amarillo y papa. Se sirve con zarza (tomate y cebolla).

Saice. Plato típico tarijeño elaborado con carne molida, arveja, papa y ají. Se sirve con fideo, arroz, chuño (papa deshidratada) y ensalada.

Tamalitos. Elaborado a base maíz molido con un relleno a base de cerdo con diversas verduras.

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