Antecedentes del arcoíris en Bolivia
Creo que en algún momento de nuestras vidas todos nos preguntamos sobre el porqué de la existencia, ¿qué vinimos a hacer?, ¿cuál es nuestra misión? En muchos casos nos hacemos esas preguntas con el afán de encontrar una respuesta que llene ese vacío que llevamos dentro. Sin embargo, hay unas pocas personas que son capaces de responder y que demuestran con su vida que así lo hacen; los demás simplemente existimos y vivimos hasta el último día sin descubrir realmente el sentido de la vida.

Mi abuelo siempre decía que demostrar una actitud de servicio hacia los demás es uno de los gestos más nobles del ser humano. Decía también que a este mundo vinimos a trabajar y a servir, a poner nuestro granito de arena, a dejar nuestra huella, nuestra marca y nuestro aporte a la sociedad. Y mi abuelo, que vivió casi un siglo, realmente hacía lo que decía, y eso se puede constatar especialmente en el aporte que hizo por nuestro pueblo, Vallegrande, al impulsar su desarrollo y progreso por más de cincuenta años.
Es con base en esta reflexión que hoy quiero rendirle homenaje a “Ninón”, estilista, activista, abogado, primer y único candidato LGBTIQ+ a la Alcaldía de Santa Cruz. Víctor Hugo Vidangos es un ser humano excepcional, que sin duda alguna sabe a qué vino a este mundo, que ha encontrado en el servicio a su comunidad y a su colectivo el motivo ideal para luchar, cuestionar, aportar y dejar un legado y un ejemplo para las siguientes generaciones.
En los tiempos en los que “Ninón” comenzó su lucha, junto con otros y otras pocas rebeldes y contestatarias, nuestra sociedad era aún más intolerante y violenta en su siempre difícil relación con las diversidades sexuales y de género. “Ninón” supo enfrentarse a una familia conservadora, a unos hermanos machistas y a una sociedad castrante. Hizo el servicio militar, del cual salió indemne y convencido de seguir en el camino del activismo por los Derechos Civiles de su colectivo. En esos años no había redes sociales para denunciar abusos, ni defensorías de nada; no había espacios públicos para expresarse, no había aliados o instituciones incluyentes, ni amigues ni referentes cercanos que se identificaran con esa incipiente población LGBTIQ+ de Bolivia. Pero ahí estaba “Ninón” y las demás, poniendo el cuerpo, la cara y el corazón para comenzar una lucha que hoy sigue dando frutos y se hace cada vez más grande. El contexto social y político en el que “Ninón” luchaba fue el menos deseable y, aun así, no se sintió intimidada, no lograron amedrentar su coraje. Hoy, tantos años después, sigue enfrentándose a la sociedad con rebeldía y esperanza. Porque esta sociedad, es decir, la sociedad boliviana, ha envejecido ―es cierto― pero no ha cambiado en un aspecto más profundo: su homofobia. Sigue siendo intolerante, violenta y discriminadora, aunque algunas otras cuestiones coyunturales opaquen esta violencia que aún se ejerce sobre las y los diferentes. Todes conocemos la lucha de “Ninón”, su determinación de estudiar derecho, por ejemplo, para defender a sus hermanas y compañeras trans, su postulación como el primer candidato abiertamente LGBTIQ+ a la Alcaldía de Santa Cruz, y muchas otras acciones en su incansable forma de activismo serio, comprometido y militante.
Las generaciones actuales ―igual de rebeldes, contestatarias y decididas a luchar por un cambio real en la sociedad― le deben mucho. Las y los activistas, las y los aliados le deben mucho; los avances legislativos, la actual legislación ―amigable con las diversidades― le deben mucho; las y los artistas LGBTIQ+ le debemos mucho. Nuestra ciudad y nuestro país le deben mucho. Porque ese ejemplo de lucha y esa persistencia a través de los años ―a pesar de los embates de la intolerancia, de la violencia y de la discriminación― siguen presentes y se ha transformado en una herencia positiva y admirable para todas y todos los que pertenecemos al Colectivo de Bolivia. La lucha de “Ninón” también ha sido normalizar y hacer visible a la familia diversa, habiendo adoptado, criado y amado tanto a su hijo. Ambos formaron una bella familia alejada de los estereotipos sociales y religiosos impuestos, que está llena de amor, comprensión y valores positivos; una familia boliviana que merece respeto, aceptación y admiración.

Por eso quiero agradecer a “Ninón” por toda su lucha, su servicio, la entrega a su comunidad y por su valentía en todos estos años. Le pido que siempre siga peleando por nosotros y por lo que cree, que es lo más importante.
*Este texto es una transcripción revisada de un discurso que se leyó en el homenaje a “Ninón”, Víctor Hugo Vidangos, el 28 de junio del año pasado.