Mi definición del horror
Siento que esta debería ser una historia más grande. Quiero decir, nuestra fascinación por el horror data desde antes de la colonia (siendo, de los tiempos coloniales, la Sonkho Mick’u mi favorita), y, a juzgar por la oferta, este es un género que sí vende. Así que me acerqué con curiosidad a esta nueva editorial, Parc Editores, por su propuesta: 19 cuentos de horror hechos por (casi) no escritores.
Y no es que sea una experta en el tema, porque hay lugares a los que no quiero llegar con el horror, y que se han explorado bastante en anteriores antologías, como Gritos Demenciales, o las selecciones de César Verdugez y los relatos de Vanessa Giacoman (que exponen, ad infinitum, algo que ya sabemos: la maldad humana no tiene límites).
19 cuentos de terror salió en una época de terror, allá por el 2020, y se propuso reunir a 15 autores para publicar obras inéditas, precedidas por aquella definición de la utilidad o razón del ser de esta emoción primordial, el terror, por cada uno, antes de empezar su relato.
Yo, personalmente, le tengo miedo al calentamiento global. Miro con resignación las consecuencias inminentes de nuestro egoísmo, y me parece que participo de esa angustia existencial que tan magistralmente Camila Urioste expone cuando se pelea contra el mar de bolsas e intenta, en vano, salvar al planeta a través de sus decisiones en el supermercado. El horror cotidiano de miles de bolsas esperando deslizarse debajo de la casa de alguien, ―o a punto de estallarles encima a quienes manejan nuestra basura―, me parece tan innecesario como inevitable.
Volviendo a esta antología, Vertigo Hoile, pseudónimo de los editores a cargo, invitó a varios artistas y creadores de otras disciplinas (teatro, cine, música, pintura y poesía) a escribir para este proyecto, pensando, específicamente, en su definición del horror. Algunos se lanzaron al ruedo para continuar luego con sus propios proyectos de escritura, como G. Munckel, cuyos pájaros dan verdadero miedo, y Ariadne Ávila, quien acaba de ganar el concurso patrocinado por la FCBC.
Fabiola Morales, Mauricio Murillo, Claudia Peña Claros, Lucía Carvalho y Rosario Barahona son, propiamente, escritores, y quienes son cineastas, músicos, pintores y artistas escénicos son ocho: José Velasco, Matías Contreras, Esther Mendívil, Gino Ostuni, Auza, Edwin Defoe, Jorge Estévez, y Martín Boulocq.
Y el resultado tiene pues variantes interesantes, aproximaciones heterogéneas, composiciones cinematográficas y algunas sorpresas. La vejez errante y peligrosa de una humanidad que ha cesado de procrear (El hombre racional de Contreras); la piscina llena de perros moribundos, (Tabique de Murillo); Bouloqc con su maravillosa visita al hospital en Santa Teresa de Jesús; los fantasmas invisibles de Fabiola Morales en Los barcos se han ido y, sobre todo, las definiciones particulares del terror de cada quién. “El miedo es el acertijo del ahora”, dice Auza. “La experiencia de lo definitivo”, dice Murillo. “El terror más grande tiene que ver con ser despojada de lo más mío”, dice Claudia Peña.
19 cuentos es una búsqueda colectiva del escalofrío, un espacio donde se nos enciende la premonición, donde el terror siempre tiene un elemento anticipatorio. Y claro, están los tres niveles del miedo según Stephen King: el asqueroso, cuando vemos caer la cabeza cercenada dando tumbos por la escalera; el horroroso, cuando lo natural se vuelve no natural, (las arañas gigantes, los muertos vivientes) y, por último, el terrorífico, cuando todo ha sido exactamente reemplazado por cosas que parecen iguales a las anteriores, pero que no se sienten así. Cuando substitutos exactos de las cosas que amas te rodean, cuando de golpe se apaga la luz y algo/alguien te roza por detrás, pero, cuando te das la vuelta para confrontarlo, no está. En la oscuridad no hay nadie. Te estás imaginando cosas, aquí no hay nada raro… ¿o no?
Y tú, lector ¿cómo defines el miedo?
La Paz, 31 de enero 2023