De entonces

Los jóvenes de hoy, ¿saben de lo que se pierden? Adolfo Cárdenas, en pocas pero certeras palabras, ilustra un aspecto de su infancia que quizá hoy es visto con ojos incompletos en un imperdible texto que ayudará a los más jóvenes a entender a los más veteranos.
Editado por : Adrián Nieve

Celebrando un poco el advenimiento de las ferias del Libro y la inquietud creativa de Carlos Ramírez y su combi móvil, recuerdo que cuando era muchacho la oferta de juguetes no era tan variada ni tan profusa (se reducía a las fiestas de fin de año) y los cumpleaños  de las compañeras y compañeros de colegio que abarcaban los once meses previos se veían obsequios que eran, necesariamente, los libros de literatura infanto-juvenil expuestos y vendidos por librerías que hoy ya no existen. 

463
Hoy es raro que un libro sea regalado a un niño o niña cuando cumple años, pero hubo tiempo en que esto no era una anomalía/ Foto: Flickr

Ahí estaban por ejemplo la librería Selecciones, la Difusión, la Tejerina y otras menores con colecciones de Dumas, Verne, Scott, Louise May Alcott, Edmundo de Amicis, Juana Spiry y otros autores de nombres olvidables, pero de títulos inolvidables  como Bomba el niño de la selva, Bufalo Bill, El pequeño lord, La cabaña del tío Tom o Heidi,

Las cumpleañeras o cumpleañeros ya sabían  lo que recibirían  sin que por ello menguase su entusiasmo, pues el material, tan variado como era, nunca se repetía.

A un nivel un poco más elevado que el de las historietas, los libros también se intercambiaban y las aventuras de los caballeros del Rey Arturo, de Ivanhoe  o del Príncipe valiente, pasaban de mano en mano hasta quedar desencuadernados y con algunas hojas faltantes. Las acciones relatadas eran repetidas en juegos en los que se substituían las armas medievales con palos de escoba y tapas viejas de contenedores. Es lógico que alguna vez alguien apareciera con la cabeza rota o moretones en el cuerpo, todo ello en nombre de la literatura.

464
Los libros solían ser el regalo más otorgado y el más comentado entre niños y niñas, quienes no podían esperar para vivir las aventuras de Ivanhoe, Buffalo Bill y otros tantos personajes y autores./ Foto: Flickr

Dichos textos, que imagino de edición de bajo costo, hoy no existen o tal vez hay alguno rescatado, pero ya como antigüedad, con algunas hojas viejas, restaurables todavía, y que contribuyen a que sean consideradas reliquias del siglo XX, tal como pasa con las infancias de entonces, que distan mucho de las actuales, cuyas distracciones son, en gran parte, solo visuales, sin las saludables pequeñas cicatrices que presumíamos con mucho orgullo y que para la gente de hoy eran diversiones de trogloditas.

35 me gusta
216 vistas