Prevalecer

Camilo A. asiste al concierto de una banda que le acompañó toda la vida, y es que sigue el recorrido de Hate desde su primer álbum hasta este último, X, haciéndonos ver que hay lazos que mantienen su continuidad a pesar del tiempo. En este texto, Karen Veizaga narra los orígenes de esta relación junto a brutales riffs de guitarra que inconscientemente se apoderan de nosotros y nos llevan a sacudir la cabeza con fuerza.

Se sugiere acompañar la lectura de esta historia con la siguiente banda sonora: https://open.spotify.com/playlist/1meLqX8nUW6a1OLQEFcG4X?si=9FC90gbARM6V9vc38KrlcA

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El primer disco vs. el más reciente. Foto / Fotografía: Camilo A.

Desata la furia

El 16 de octubre de 2022, pasada la medianoche, Camilo A. presencia el lanzamiento de X, el décimo disco de la banda que, para él, encierra en sus ritmos todo lo que encarna a su La Paz.

“Hate es la ciudad representada en una banda. Tiene sus toques urbanos, tiene sus toques caóticos, pero a la vez, tal como La Paz, es medio hogareña”, define con voz suave, como si contara un secreto.

Camilo ha sido fan del grupo desde que tenía ocho años. De hecho, fue su papá, también seguidor de la banda, quien puso en sus manos Heart Beat Machine, un disco que cambiaría la vida del niño que escuchaba Los Iracundos, The Doors, Queen y “las cumbias de siempre”, gracias a los gustos musicales que se manifestaban en su entorno. Corría el año 1998 y Camilo iniciaría un camino que lo llevaría a los dominios del rock y, sobre todo, del metal.

Para que Heart Beat Machine, primer disco oficial de Hate, llegara a manos de Camilo, un sábado de Carnaval, Ricardo Larrazabal Orce, conocido como Puntos, decidió salir del vientre de su madre a los siete meses de gestación.

En su temprana niñez, los sonidos de la música eran los de su mamá: las zambas argentinas, Julio Iglesias y, al igual que en el caso de Camilo, Los Iracundos. De hecho, Los Iracundos fue el primer concierto al que asistió Ricardo cuando tenía diez años. Pero a los doce descubrió otros ritmos que marcaron el compás de su vida, justo cuando escuchó a The Police y Scorpions, dos vinilos que le prestó un amigo de su primo. 

Las palabras sobraban, la música crecía. 

Desde los dieciséis, junto a sus amigos Carlos y, después, Vladimir, empezó “el juego” de tocar instrumentos y formar una banda.

“Todos los músicos empiezan con el instrumento equivocado”, expresa Puntos, recordando sus intentos por tocar la batería. En ese entonces le era difícil generar sonidos que se acercaran a ser melodías, además, la batería era cara. Decidió intentar con una guitarra tonante brasilera que un amigo le vendió barata. El artefacto se hizo uno con él. Comenzaron a vibrar juntos.

Los tres amigos tocaban lo que podían y cuando podían. Pero la necesidad de hacer música se tornaba cada vez más seria y el grupo tomaba forma en una sala de ensayo ubicada en la calle Campero, donde acudían dos veces por semana. La sala se encontraba en el subsuelo de un velatorio y, mientras los chicos “le daban” al punk y algo de thrash metal, los deudos, llorosos, acudían a callarlos por su falta de respeto frente a la tristeza ajena. Estas situaciones acababan en encarnizadas peleas, los unos apegados a la emoción de los sueños que comenzaban a vivir y los otros, presas del dolor de las ilusiones que se habían extinguido.

Pese a todo, su primera presentación fue en un concurso de bandas en el colegio San Patricio y su primera tocada oficial con el nombre de Hate fue en el pub La Luna, un 27 de mayo de 1994. A fin de ese año, grabaron su primer demo con seis canciones que se han convertido en un recuerdo gracioso para la banda.

Cuatro años más tarde, la banda se definió por hacer thrash metal y produjeron su primer disco en España, con el apoyo de la mamá y el padrastro del Puntos. Gracias a todo eso, Camilo conoció su canción favorita de la banda hasta la fecha, “Demon Fan”, incluida en ese obsequio que le dio su padre.

Resurgir

En el salón Platinum, la multitud headbanguea al rememorar los éxitos de Hate en medio de las canciones del nuevo álbum. La banda toca “Rencor”, un tema de su disco Ángel oscuro, y se inicia el mosh, del que Camilo participa. Para él, este es un espacio donde descarga toda su rabia, su estrés y siente la música inundar su cuerpo. Si bien sus lentes se destrozaron en varias ocasiones, jamás sufrió heridas de gravedad y ese entorno de cercanía salvaje le dio la oportunidad de hacer nuevos amigos.

Durante su adolescencia, Camilo frecuentaba conciertos y boliches a los que se daba maneras de ingresar para ver a Hate, pues aún no había cumplido la mayoría de edad. En algunas ocasiones acudía junto a su padre.

Con el disco Ángel oscuro de 2004, la banda comenzó a realizar más conciertos y a participar de más eventos. Llegar a ese momento fue bastante complicado, según lo que recuerda el Puntos.

Su segundo disco, Anagramas fue producido en Bolivia el año 2001, buscando igualar la calidad técnica del primero. Cuando iba a presentarse, surgió el boom de los discos piratas. Anagramas fue vendido en un precio mucho menor al planificado y la deuda que Puntos contrajo en el banco para realizar la producción terminó pagándola doña Pilar, su madre.

Así y todo, resurgieron. 

El Puntos había dejado el Conservatorio con la idea de que la música se hacía sobre el escenario. En 2003 grabaron República de odio, disco que no tocaron nunca en vivo ya que, por motivos personales, el baterista dejó la banda antes de la presentación, postergando, una vez más, los planes realizados.

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El Puntos acaricia la guitarra. / Fotografía: Ana Piroska.

Ángel oscuro marcó un hito importante. Los cinco temas que componen el disco mostraban la evolución de la banda, con Christian Paredes en la batería. La gente comenzó a escucharlos en serio, los invitaban a festivales, viajaban a otras ciudades y fue la oportunidad que estaban esperando. 

El lugar que se ganaron trajo consigo también diferencias con otras bandas, en muchos casos, atribuidas por el imaginario de la gente. Puede que en alguna chupa metalera en la que, por casualidad, se haya encontrado el lector, haya escuchado sobre la rivalidad entre Hate y Alcohólika L.C. y las teorías al respecto. Quizás la imaginación de las personas haya puesto más llajwa sobre el hecho de que ambas bandas tuvieron el mismo baterista en algún punto de sus historias…

Vencer

En 2008, Camilo inició un periodo de su vida en el que la música pasó a segundo plano. Estudió medicina, se enamoró, se casó, se especializó en traumatología y su banda favorita existía solo en su reproductor de mp3. Sus decisiones de vida parecían marcarle un camino diferente. 

Mientras Camilo escribía su propia historia, el grupo continuaba haciendo carrera. Para entonces, ya contaban con seis producciones discográficas. Sin embargo, la magia que había significado Ángel Oscuro parecía haberse perdido en la rutina de los ensayos diarios y las tocadas de fin de semana. Al fin y al cabo, Hate era un trabajo. 

En 2013, Christian decidió seguir otro rumbo. Dijo adiós a sus compañeros en una emotiva despedida. En 2014, tras veinte años y ocho discos, Vladi también decidió irse. El Puntos se sentía devastado, pero tenía en su mente que ese no podía ser el fin.
–Para la gente, el Vladi era todo porque era el vocalista y fue muy difícil reemplazarlo. Pero las cosas tienen que evolucionar –señala con un dejo de nostalgia en la voz.

Tras tres años de presentaciones esporádicas, pues la banda estaba en proceso de reconstrucción, Hate sacó su noveno álbum en 2016, uno que les dejó las más grandes satisfacciones. Viajaron a varios lugares dentro y fuera de Bolivia y telonearon a bandas como Arch Enemy y Obituary.

Sin miedo

Una pandemia, riesgo que hasta hace dos años no era tomado en cuenta en matrices de análisis o FODA, cambió no solo el estilo de vida de la sociedad, sino lo que entendemos subjetivamente como “la vida misma”.

Camilo dio fin a su matrimonio y se refugió en su profesión y en la vida que ama, esa que discurre con una banda sonora de rock y metal de fondo.

–El momento perfecto para mí es cuando puedo estar en el quirófano, con mi música, haciendo lo que me gusta. Mis cirugías son sangrientas, por eso cae bien escuchar algo de thrash metal. Hacemos algo de headbanging mientras vamos suturando las heridas.

La nueva normalidad le dio la oportunidad de volver a acompañar a su banda favorita en sus presentaciones y retomar aquello que lo hace ser él mismo.

Por su parte, Hate tuvo que cancelar giras y conciertos internacionales debido a las medidas de aislamiento social. Pese al miedo de que las cosas jamás volvieran ni siquiera a acercarse a lo que solíamos llamar vida, rendirse nunca fue opción. 

Aprovecharon el tiempo para grabar y producir X, compuesto entre el Puntos y GringueX, actual vocalista de la banda, con Jimbo en el bajo y Ronnie en la batería.

Es así como hoy Camilo puede verlos tocar frente a su público, recibir los empujones de la gente emocionada, sentir la felicidad (efímera o no) de cuando se hace aquello que se ama, a pesar de pandemias, de giras canceladas, de amores contrariados, de lentes que se destrozan bajo las pisadas de un ejército de fans.

El Puntos es una maraña de cabellos que acaricia una guitarra.

Camilo se hace uno con los cientos de personas que vibran. Camilo canta. Grita.

Resurgir y vencer
Sin miedo
Prevalecer

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