La literatura del yo de Annie Ernaux

La vida de Annie Ernaux ha quedado plasmada en las páginas de sus libros, pues en ellas encontramos a la autora en varias épocas de su vida, plasmando así la riqueza literaria-personal de una vida llena de ires y venires. Es así como Isabel Antelo nos da un recorrido por su trayectoria contándonos su biografía a través de sus escritos.

El 6 de octubre de este año, la francesa Annie Ernaux fue galardonada con uno de los premios literarios más importantes que existen, El Premio Nobel de Literatura. En su honor decidí hacer un ciclo de lectura de su obra, cubriendo ocho de sus mejores novelas, encontrando en su estilo literario un elemento muy particular: la literatura desde la experiencia personal.

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Fotografía: Wikimedia

Primeramente, el contexto. Ernaux es una escritora de ochenta y dos años que nació en el paisaje miserable de principio de los años cuarenta y tuvo que crecer en la Francia rural de la posguerra. Es así que su literatura está perpetuamente marcada por este trasfondo violento al que ella regresa constantemente. Creció en un pueblo pequeño de Normandía al norte de Francia con sus padres, que eran campesinos tenderos. Asistió a un internado de monjas durante la infancia y adolescencia. Demostró gran interés por la literatura desde la juventud, pero se dedicó de manera permanente a la enseñanza. Se casó y tuvo dos hijos. Decidió enfocar su literatura a su visión personal, escribiendo desde el interior de sus experiencias y encontrando enorme riqueza literaria en su propia vida. 

Ernaux escribe desde el yo, utilizando su trasfondo personal como lienzo y los eventos más significativos de su vida como tramas principales. Ella es la narradora y la principal protagonista. Los demás personajes son variables según la época y el contexto de lo escrito. De esa forma, en las novelas que datan de su infancia veremos muy de cerca las imponentes figuras de sus padres, las cuales se convierten apenas en sombras difusas cuando leemos sus experiencias domésticas de la adultez o cuando sus hijos y la maternidad se roban el protagonismo. Algunos de sus textos narran eventos en específico con gran meticulosidad, como es el caso de El Acontecimiento, novela en la que Ernaux narra su brutal experiencia buscando acceder al aborto de un embarazo no deseado durante su época universitaria. O La Vergüenza, novela que gira en torno a una experiencia traumática vivida durante su adolescencia, cuando su padre intentó matar a su esposa durante una pelea conyugal, evento para siempre sepultado en la memoria de sus padres, pero que para ella se convertiría en un fantasma de vergüenza que la perseguiría durante toda su vida.

Dos de sus mejores novelas: Una Mujer y El Lugar tienen como protagonistas a sus padres y fueron escritos como tributo a sus vidas después de sus respectivos fallecimientos. En el caso de El Lugar encontramos una pequeña biografía del padre escrita poco después de su fallecimiento repentino y prematuro. En ella encontramos el desglose escrupuloso de la vida de un hombre simple, quien con los años fue convirtiéndose en un misterio para Ernaux por sus maneras toscas y su evidente resentimiento social al estilo de vida que alcanzaría su hija y que contrastaría en enorme manera con sus costumbres y su trasfondo de pobreza. Ernaux rinde un tributo invaluable a la memoria de su padre al imaginar minuciosamente al niño, al joven y al hombre que él fue a partir de retazos memorables de su vida, como sus inicios de obrero, el día que conoció a su madre o el despecho perpetuo que adquiría al tener que abandonar los estudios para dedicarse a trabajar en el campo. Ocurre algo similar en Una Mujer, novela dedicada a la memoria de su madre y en mi opinión la mejor novela escrita por Ernaux. En esta biografía extremadamente íntima encontramos la completa disección de los sentimientos más profundos que una hija puede guardar por su madre recientemente fallecida. Ernaux describe a su madre con todos sus defectos y aciertos, conectándolos a episodios personales de su vida. La crianza brutal, los años de obrera, la pérdida de su primera hija, sus constantes fracasos financieros, su templanza y fortaleza que eran la base misma de su hogar, incluso cuando hubo de quedarse sola tras la muerte de su esposo o cuando la vejez finalmente pudo doblegarla. Una narración desgarradora, tan profundamente personal que es imposible no sentirse dentro de la piel de Ernaux mientras peina los delicados cabellos de su madre con demencia senil, o cuando se despide de ella recordándola como la mujer increíblemente fuerte que ella siempre admiró.

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El paso de los años de la autora, pero la energía para contar sus historias y firmar libros sigue intacta. / Fotografía: Wikimedia

Otros de sus escritos, como es el caso de Los Años, buscan analizar el contexto social en el que Ernaux nació y creció, comparando esta visión con el largo progreso de la humanidad que ella pudo experimentar durante su vida. En esta novela en específico, podemos encontrar una narrativa muy particular, pues Ernaux extiende su yo a un nosotros que abarca a toda una generación, atañéndole características propias de su tiempo y de las vivencias personales que ella, como muchas mujeres nacidas durante la Europa de los años cuarenta, tuvieron que vivir. A través de esta mirada global viajamos por los primeros años de la posguerra, cuando la miseria era palpable, pero el optimismo por el futuro era un sentimiento general, apreciando el desarrollo descontrolado que sufriría Francia durante los próximos años a través de eventos de interés mundial, nacional e incluso personal de la propia Ernaux. La aparición de la televisión, de la tecnología celular y del internet fluyen junto a las vidas de las muchachas de los 50s y sus primeros amoríos inocentes, sus primeras experiencias sexuales, su paso por la universidad y su incursión en el matrimonio, la maternidad y la madurez. En este texto de vértigo la historia se desenvuelve en pocas líneas y de pronto encontramos a la narradora y a sus pares ya ancianas, con los hijos crecidos e incomprensibles y en medio del mundo híper-tecnologizado del presente.

Otros temas tocados por las novelas de Ernaux incluyen sus conflictos con la maternidad y la vida familiar, como es el caso de La Mujer Helada, o narran experiencias amorosas y la visión del sexo, el amor y el compromiso de la autora, como en el caso de Pura Pasión, novela centrada en una experiencia romántica de Ernaux con un hombre casado luego de que ella se divorciara. O como en el caso de Memoria de Chica, novela que narra las primeras experiencias románticas y sexuales de la autora, concluyendo con su matrimonio y la adquisición del apellido que habría de llevar durante el resto de su vida. Todas piezas personales de anécdotas vividas y recordadas, iluminadas por la visión introspectiva privilegiada de una escritora que encontró que la literatura contenida en las experiencias de una vida es infinita.

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