Yarita Lizeth tiene novio
¿Ustedes han sabido de tragedias en los Andes? Yarita Lizeth tiene novio.

De repente uno no puede comer y podría decir: ¿Esto es culpa de la economía, de la política, del mal gobierno hambreador? Pero no. Es culpa de las mujeres bonitas.
La realidad es bastante cruel y tiene de por sí su sangre; y llega una mujer bonita y ahí está el corazón sonando como una pelota de básquet entre las desoladas canchas de los pueblos cuando cae la tarde en las montañas.
Ustedes que caminan por la pampa y miran todas esas iglesias abandonadas y las ruinas mudas a las faldas de los cerros, no sé si también se preguntan: ¿Es esto culpa del tiempo, de la historia o de las mujeres bonitas? Desde luego es culpa de las mujeres bonitas. Ellas tienen la culpa de todo.
La realidad es bastante coqueta, tiene de por sí su encanto; pero llega una mujer bonita y luego parece que cantan las flores; porque ellas tienen esa capacidad de duplicar el veneno de la dulzura.
Mucho se ha dicho del carácter melancólico del altiplano; pero ahora yo creo que es una especulación fuera de tiempo, de intelectuales con notoria falta de cumbia por las mañanas; porque hay un sol que bendice pajas y cerros; y muy a menudo uno tiene ganas de vivir y ser feliz.
¿Y acaso la culpa de la alegría la tiene solo el sol y las flores de la mañana? No. La culpa también la tienen las mujeres bonitas; porque ellas hacen cosas de mujeres bonitas. Ríen, hablan y a veces lloran; otras veces solo están allí y en otras ocasiones cantan, y cantan porque son crueles y quieren salir en la radio, en la televisión y en las redes sociales; llevan esa crueldad con talento a todo el mundo de las luces, para que todos se enteren de que son bonitas.
Entonces las cosas se van sumando a la alegría, el sol, el canto, el zapateo, la cerveza y sus consecuencias; y ahí estamos luego, de cuando en cuando, los hombres tristes ¿Por culpa de la cerveza? No. Por culpa de las mujeres bonitas. Y es por eso que quiero hacer notar esta fatídica circunstancia en la cual Yarita Lizeth tiene novio. Esto es una terrible injusticia. Amándola tantos, y ella amándolo a uno solo.
Lo que ha causado ese afortunado joven es un atentado contra la alegría pública. Si hay en los Andes nuevas ruinas invisibles serán de su exclusiva responsabilidad. Pero también será culpa de las mujeres bonitas. Como puede verse, este también es un llamado a la reflexión. No se trata de ser bonito así nomás, si lo sabré yo.
Pero, desde mi lado humano, lo comprendo, porque estando yo en el sitio del novio de Yarita Lizeth, también me estaría importando una pepa de sandía la alegría de los demás.
A estas alturas ya tenemos el paisaje completo, las ruinas, el sol, las flores, la música chicha de la mañana. La realidad es límpida por sí sola. Yo ya hice muchas alusiones personales en estricto apego a los intereses sociales, culturales, nacionales y binacionales. Ahora me remito a la meditación de mis ilusiones personales donde Yarita Lizeth no tiene novio. No, no y no.

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“Cree en ti y lo vas a lograr, te lo dice tu amiga de siempre, Yarita Lizeth, la Chinita del amor”.
Yarita es la cenicienta de los Andes. De todos los mundos que están ocultos en la tierra, hubo un mundo que no quisimos ver hasta hace poco.
Para nosotros, los campos de Perú y Bolivia eran un sinónimo de tristeza, pobreza y postergación. Y todo lo que relacionábamos con la música andina estaba hundida en una profunda melancolía, un lloriqueo melancólico. Ahora esas lágrimas se limpian con pañuelo de bordado.
Nuestro pueblo, nuestros países, se ve feliz. Las fiestas, prestes y otros fenómenos de la farándula, a las espaldas de muchos medios tradicionales, son la nueva voz del viento; y el resplandor de los escenarios, los faros para los navegantes de la pampa.
Ella es la bandera de todo ese fenómeno.
Como si fuera su propia historia, la historia de la tierra, ella ha cambiado su suerte con perseverancia y esfuerzo, sin príncipe, ni más magia que ella misma.
Durante la cuarentena, se corrió el rumor de que tenía novio. Tal y como un cuento de hadas, era pensar que “el príncipe azul” había escogido princesa. Como todo cuento inverso, en el gran reino de los Andes han pasado muchas cosas. La pollera ya no es símbolo de pobreza, la mujer es símbolo de triunfo. Y ella estará bailando sola en su palacio.
De aquel tiempo (2020) es el escrito que está líneas arriba, lo publico ahora con el motivo de su visita a PARIA-Oruro, y con la esperanza de que alguien le vaya con el chisme.