Hasta la vista, John Wayne

Desvístanse de todo prejuicio respecto a los EE.UU. En esta realidad líquida, donde todo cambia tan vertiginosamente que no tenemos el tiempo ni el derecho de adaptarnos, este país ya no es ni será lo que se pensó. ¿Qué piensa el Sur sobre aquel Norte que le hizo sombra por casi un siglo? Aquello que McDonald’s y otros menjunjes nos pintaron desapareció… Bienvenidos a este lugar donde el hombre (blanco, heterosexual y macho) está que se caga de miedo.

De viaje en la locomotora

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¿Puede ser un caprichoso acto de resistencia la motivación que está detrás de las masacres en lugares públicos en los EEUU? / Ilustración: Guizada Durán.

No gente, aquí no se anda con burger’s ni con correosos Hot Dogs para satisfacer nuestros apetitos, aunque sí sufrimos los embates de una edulcorada alimentación en la que incluso la carne tiene capas gruesas de azúcar… para eso de hacerla más apetitosa. Aquí se come con calorías calculadas delicias dignas de sibarita trotamundos; injera(1), de Etiopía; Thai food, por salud; cocina china de todas sus regiones (que no te engañe el chop suey); quesos de nombres rebuscados: manchego, provolone, gorgonzola, taleggio, etc. ¿Rockefort?, habrase visto cosa más simplona, eso ya no tiene gusto. 

No señores, los arcos dorados, el payaso Ronald, la Coca Cola y otros souvenirs solo son venerados allende las fronteras de EE.UU., y/o en los rincones más olvidados y ninguneados de este subcontinente. La locomotora de la economía mundial ha mutado; el gendarme global —no sin algo de vergüenza— ha reconocido lo paleto de sus símbolos, de los que ahora reniega a todas las escalas, en todos los ámbitos, y se ha entregado —no sin rispideces— a la multiculturalidad, mezcla étnica, diversidad estética, genérica, sexual…, a la inteligencia artificial, a las luchas de las minorías por tener su lugar bajo el sol. Por lo menos así sucede donde el dinero a raudales y sus detentadores han plantado raíces, lejos de esos otros; las y los “deleznables”; los del Rust Belt(2), del Bible Belt(3), del Deep South(4), de los desiertos alimenticios(5)…, el tercer mundo dentro del primer mundo. 

Esa América profunda, con su American Way of Life(6), cuello enrojecido por el sol o ennegrecido el rostro por el carbón que arrancan de la tierra, la de los dientes podridos por opioides y azúcares, la del desempleo crónico, abandono escolar masivo, futuro cerrado —y otros tantos males que hacen a la lista— queda ahí guardada como un fósil arcaico que ya no tiene lugar en este nuevo mundo. De ahí vienen muchos de los artífices de las masacres yanquis: Buffalo, Uvalde, Columbine, Santa Bárbara y otras. El hombre blanco, heterosexual, de entre 18 a 50 años de edad —no necesariamente pobre— sufre una realidad cruel y abrumadora; son el sector que ha sido, junto con sus familias, mayoritariamente abandonado y arrinconado, para engrosar el precariato laboral y las filas masivas de homeless(7). Se ha destruido a la famosa clase media americana y occidental; solo el 10% ha mejorado su condición de vida, el resto se empobrece cada día más.

Los ves aquí caminando descalzos, con hedor a basura, mierda y marihuana; estirando sus manos para rogar por un quarter (moneda de 25 centavos de dólar), con ojos vidriosos resultado del shock que ha sido para ellas y ellos estrellarse contra un paisaje para el que no fueron criados. A decir de Chris Hedges, en su obra América: La gira de despedida(8), los herederos de esa mítica clase media creyeron tener el mundo a sus pies, pero no fue así. Mientras sus coetáneas y coetáneos pobres, afroamericanos, hispanos, asiáticos, musulmanes y LGBTQ crecieron y se forjaron enfrentando y superando las dificultades de una sociedad tan discriminadora, estos Golden boys and girls(9) no desarrollaron la resiliencia mínima para construirse una vida; por tanto, en la tierra de la hipercompetitividad, resultaron dispensables. Ahora engrosan el lumpen, mientras los diversos se hacen con sus puestos y vidas. No es totalmente su responsabilidad; lo dispensable lo define el sistema en su interés; parafraseando a Christophe Guilluy, en su obra No sociedad: El fin de la clase media occidental(10): pueblan ahora las periferias, mientras las metrópolis crecen en riqueza, poder y asumen un carácter global (porque les conviene).  

Los ves aquí, en el Civic Center de San Francisco, donde se fundaron las Naciones Unidas, engrosando los campamentos de carpas de adictos. Los escuchas en los famosos parques que hicieron a esta urbe una de las más hermosas y turísticas del mundo: Dolores Park, Alameda Square, el enorme Golden Gate Park, Balboa, etc. Durmiendo a la intemperie, hablando solos, gritando y gruñendo semidesnudos cual copias mal hechas de zombis. Los sientes rumiando su rabia e impotencia; los escuchas gritar su apoyo a Trump, al Q-Anon…; insultar a quienes les “quitaron” su lugar…, farfullar la teoría del reemplazo.   

Los ves no solo en San Francisco, sino en todas las ciudades del área de la bahía. En Berkeley, han hecho suyo el People’s park, donde el movimiento estudiantil practicaba el amor libre, quemaba los brasieres y gritaba “¡No! a la guerra de Vietnam”. En Oakland, bastión de la comunidad obrera, feminista y afroamericana, se han sumado a los ya tradicionales guetos de nigg#s(11) y crackheads(12) superándolos en número… en esa Oakland que ya no tiene soul, que ya no tiene alma…, donde la distopía es realidad; los ricos en sus colinas y altas torres, los pobres en las calles. Sin clase media, sin puente para bajar y después subir, o viceversa.

Los ves atrincherados en el countryside(13) de prácticamente cada estado en EE. UU.; ahí no son pobres, pero ya no se acercan tanto a las grandes urbes porque a muchos y muchas les duele esa América multicultural que reniega de lo que alguna vez fue su orgullo. 

Eso pasa aquí, en la locomotora de la economía mundial. No, amigas y amigos, a China aún le falta por lo menos medio siglo para igualar la economía de EE. UU. y, ni hablar del poderío militar (Realpolitik, detalles…). La Unión Europea va muy cómoda en su función de nuevo patio trasero del Imperio ―para alegría de muchos y molestia de otros tantos, Latinoamérica ya no tiene esa función―; así que, por más que las cosas estén complicadas y de bajada, tenemos siglo americano para rato; distópico, ciberpunk y muy oscuro.

Un día normal

Los horizontes siempre han llamado a los corazones que sienten al mundo su hogar. Aquí, uno de cada dos habitantes hemos nacido afuera de la soleada California, de esa mitad, la otra mitad no hemos nacido ni en los EE. UU.; por ende, una cuarta parte, el 25% de su población, no somos gringos.

Me levanto escuchando el correteo y chillido de las ardillas. Tímidos venados, crías nerviosas tan tiernas como Bambi pasean por mi puerta, los halcones peregrinos, así como algún águila real y a veces un águila calva —la de plumaje blanco, símbolo de esta América— vuelan en mis cielos. Bucólico ―se puede pensar―, pero no es así, estoy en pleno centro del área de la Bahía de San Francisco (San Francisco Bay Area). Dentro de este espacio metropolitano de ocho millones de habitantes se concentra la mayor cantidad de startups, fondos de capitales e iniciativas tecnológicas del mundo.

Elon Musk fundó aquí su empresa Tesla. De hecho, un tercio de las movilidades son híbridas o totalmente eléctricas. La influencia es abrumadora; dentro de los siguientes 10 años, gracias a lo sucedido acá, los mayores productores de automóviles cambiarán su matriz de petróleo a litio. Aquí está Silicon Valley; donde nacieron Apple, Amazon, Google, Yahoo, Facebook, el difunto MySpace, Snapchat, Instagram; fraudes como Theranos, etc. En esta región, diminuta para las dimensiones de EE. UU., con solo el 2% de su población, se ha acumulado y acumula en tiempo récord la mayor cantidad de avances tecnológicos de la historia de la humanidad. Eso solo en California, el estado responsable de una cuarta parte del poder económico de EE. UU.; sí fuera un país independiente, sería la quinta economía del mundo. Sí, habitar el área de la Bahía es vivir en el futuro.

Mientras tomo desayuno, escucho novedades por TV a la carta… adiós cable, ni hablar de la TV abierta. Pero la gran mayoría de las news me llegan en tiempo real a mis dispositivos electrónicos, hiperconexión 24/7. Tomo café (orgánico, importado, ecofriendly desde luego…) y por la ventana vivo la frenética actividad de las arterias de esta mole; camiones repartidores de Amazon Prime, UPS, el sistema postal de los EE. UU. (USPS), Walmart, FedEx y otros copan las amplias avenidas junto a esos autos eléctricos o híbridos, autónomos muchos. ¿Ir a la tienda o al Súper?, solo si es estrictamente necesario; casi todas las compras se hacen online, con descuentos masivos y ofertas imperdibles. Hay más cosas en línea que en un establecimiento físico. Y es que se ha copado —botando de sus casas a los menos beneficiados— enormes terrenos de varios acres (hectáreas en nuestra jerga) como depósitos, donde los trabajadores corretean de un lado a otro en pos de que el patito de hule que compré con mi tarjeta de crédito llegue a mi puerta en menos de 24 horas.

¿Suena bien?, entonces sigamos. Camino unas pocas calles en mi barrio, si es que puedo llamarlo así (Montclair Village, muy acomodado; he contado más de veinticinco automóviles marca Tesla aparcados solo aquí), hay tres escuelas públicas, una de ellas luce el famoso blue ribbon, la presea de los ganadores de las olimpiadas estudiantiles a escala nacional. Debo caminar con calma y reverencia, entre las chiquillas y chiquillos que salen de clases estará la futura o el futuro descubridor de la cura contra el cáncer, quizá quien generará un sistema económico más justo o algo así… educación de élite.

Uno de ellos tiene los cabellos hirsutos, oscuros cual azabache, piel de ébano y ojos verdes. Escucho su conversa, otro no se despega de su IPhone 13, el más rubio se lo arrebata y le acusa de estar viendo porno a tiempo que sale despedido mientras le corretean, niños son niños. Una pequeña sonriente de ojos enormes y moros, vestida con su hiyab, sale riendo al lado de una pelirroja tipo Peppermint Patty(14) y una divertida morocha con dientes brillantes. Debo corregir a esta altura; adiós clase media americana, orgullosa de sus G.I’s(15), su industria, sus raíces irlandesas, alemanas, polacas, etc., ahora son el lumpen… Hola, nueva clase media globalista y mezclada, hagan la América… es nuestra. 

No todo es brillo; la bandera, la Stars and Bars(16), luce a media asta; otra masacre. Se dan cada vez más seguido, ¿o es que nos enteramos cada vez más seguido? Sucedió en Uvalde, Texas. Sea como fuere, que recién ahora se va tomando conciencia en este país de que matar a otros está mal (¿?) o se esté dando un mayor flujo de información, el debate, el eterno y radical debate asoma su aleta de tiburón nuevamente… “Sujeto a ciertas limitaciones de seguridad, la Segunda Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos crea un derecho individual a poseer y portar armas aparte de cualquier propósito militar”; Distrito de Columbia contra. Heller, Corte Suprema de los Estados Unidos. 554 U.S. 570 (2008). Ahí está y ese es. El caso Heller es la última palabra de la Suprema Corte de los Estados Unidos dentro del malagradecido tema del porte de armas de fuego.

¿Profundizamos un poco en el tema? Claro. La misma constitución de EE. UU., que es (casi)sagrada, reza: “Siendo necesaria una Milicia bien organizada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del pueblo a poseer y portar armas no será infringido”. Segunda Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos. Sagrada, mejor dicho. Tratada como una reliquia intocable, es la más vieja del mundo en vigencia: 235 años desde su última modificación, y eso no es nada bueno. Pero, ¿qué tienen que ver estos entresijos jurídicos con el sentido común de controlar las armas letales? Mucho. Las naciones se apoyan en mitos fundadores: Italia con Roma, los gemelos Rómulo y Remo; España con los reyes católicos, etc. Y, pensando en eso mientras camino hacia el super con la bandera de rayas y estrellas a mis espaldas, comprendo la frase de Margaret Thatcher: “Europa se origina en el mito… América es hija de la filosofía…”, su mito fundador es ese papel, la madre del cordero… Qué cosas, ¿no? Es parte de su identidad; ese hombre mencionado previamente está perdiendo todo, se le escapan los privilegios de entre los dedos cual arena, y con estruendo de balazos y ráfagas gritan: “¡No nos quiten esto más!”.

Esos otros hombres, los padres de las chiquillas que mencionaba párrafos arriba, los que engrosan ahora los puestos de tecnología y decisión —Apple, Google y otros son dirigidos por gente de la India, Asia en general y/o mujeres—, ya no quieren asimilarse en la cultura “gringa” que esos “deleznables” representan. ¿Quién quiere ser parte de una clase social de perdedores? Nadie.

Llego ya al supermercado y compro algún bocadillo, registro mis datos, número de tarjeta de crédito y celular para beneficiarme de las ofertas irracionales que esta cadena ofrece. “¿Hablas español?” —pregunta la cajera, ya pasada en carnes—. Respondo que sí, y ella con su marcado acento poblano exige: “¡Pues háblame en español!”. Nos hicimos buenos amigos, se llama Cristina. Sí, la cultura de los migrantes ya no se esconde ni pone de lado. Al contrario, aquí las señales públicas están en inglés, español, chino y, más recientemente, filipino. Además, que puedes escuchar mínimo a una persona por manzano hablar en otro idioma fuera del inglés, especialmente en la lengua de Cervantes. 

Se les ha quitado todo, por eso se refugian en las drogas: opiáceos y metanfetaminas. Por eso se suicidan en números alarmantes, o matan masivamente para después suicidarse. Nótese que el 95% de los autores de masacres masivas no solo en EE. UU., sino en los países llamados “ricos” (Noruega, Nueva Zelanda, etc.) son parte del grupo al que ya he mencionado hasta el hartazgo. Ahora son los trabajadores de la fotocopiadora donde hago anillar mi Resume(17) para un puesto de jugoso sueldo en una startup. (En el área legal, desde luego, no soy un techy(18) aún) Negocio propiedad de un musulmán pakistaní. Mientras asigna los quehaceres a sus trabajadores asalariados, lee su Corán escrito en urdu. Sí, gente, se les ha quitado todo; los medios de producción están en manos de esta nueva clase media de “advenedizos” que no es la de la familia tipo norteamericana.

Se les ha quitado casi todo…, por eso se aferran a su derecho a portar armas; (para matar todo lo que les da miedo). Se aferran con uñas y dientes a uno de sus pocos privilegios… y no es que portar armas de asalto sea exclusivo de los hombres (blancos, heterosexuales), pero así lo han sentido siempre…, para regular a las “otras” y “otros” y que no se les suba su derecho a dispararles a ellos están las oficinas de Migración y los cuerpos de Policía (compuestos sobre todo por estos hombres blancos), que disparan primero y preguntan después, especialmente a los afroamericanos.

Sí, estos hombres desesperados son los que gritaron en coro y bajo la luz de las antorchas: “You won’t replace us!”, en cristiano: “¡Ustedes no nos reemplazarán!”, allá en Carolina del Norte, noche antes de que uno de estos muchachitos arrollara con su automóvil a varios manifestantes que identificó como enemigos (mujeres, afroamericanos, LGTB, etc.). Y es que han sido reemplazados hace mucho, con base en sus propias reglas y en sus propios juegos.

Ya bien comido, me dirijo a San Francisco, al otro lado de la bahía. Tengo varias opciones de transporte; para disfrutar el paisaje tomaré el bus y quizá después el BART (no el de los Simpson): un total de 30 minutos con una hermosa vista de la bahía, el distrito financiero y el puente Golden Gate. Ya dentro de San Francisco, a pie y en transporte público, es una locura conducir ahí.

Y es en la parada donde lo veo; tiene el rostro abatido, un hombre roto. No pasa de sus 25 años, pálido como leche con ojos azul profundo. No es adicto, es un bisoño del sur de EE. UU., lo noto en su acento al momento de rogarme con afección, como todo buen mendigo, un dólar para su pasaje. Es pobre, un White trash, un basura blanca; viste ropa vieja y tiene un tatuaje de tinta azul en el hombro (estuvo en el bote, sus registros nunca se borrarán). Sí, los estamos reemplazando. Le doy un dólar, igual que hace unos años atrás le di cinco dólares a una muchachita adicta que podría ser su hermana. Ambos corpulentos, de dientes dañados y pocas luces: el lumpen gringo.

En EE. UU. es más probable ser pobre si eres afroamericano —un tema de porcentajes—, pero hay más gente “blanca” pobre que de otro grupo étnico —un tema netamente aritmético—, y el número está en alza. Mientras el bus avanza; con wifi, avisos en tres idiomas, motor eléctrico sin huella de carbono, etc., estoy anidado por los sonidos de mis audífonos y observo a ese muchacho en su sufrimiento; su imagen me transporta a las diferentes charlas académicas que se suceden aquí en el Bay Area. Sede de dos de las mejores universidades del mundo (UC Berkeley y Stanford), la actividad intelectual bulle a más de 100 grados. Y este ya no fenómeno, sino normalidad asentada —la de la desaparición de la “América”— es objeto de estudio sesudo. Recuerdo a Ijeoma Oluo, socióloga afroamericana con un contundente libro de título agresivo: Mediocre. El peligroso legado del hombre blanco americano(19). La neoyorquina efectúa una detallada explicación del cambio del paisaje humano en EE. UU., el título es suficientemente claro: su “reemplazo” es resultado de la mediocridad subyacente en la tan vanagloriada clase media americana.

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El hombre blanco americano ha sido desplazado de su lugar privilegiado y reemplazado por un sujeto diverso, multicultural y abierto. / Ilustración: Guizada Durán.

Ya no le son útiles a nadie, eso es lo que sucede aquí. Con la migración masiva de la industria pesada a países menos desarrollados (mano de obra más barata y efectiva), esta gente es un estorbo. Lo que menciono no es novedad para nadie y de ahí nace su mediocridad; siempre se hacen superar por alguien, legiones de Homeros Simpson. El ejemplo que Oluo da es casi ridículo, pero vigente y pedagógico: el fútbol americano.

Carneros contra  49’s

Sí, fútbol americano; el deporte de vigoréxicos forrados en hombreras, cascos y que exudan testosterona por todos sus poros; creado para moldear el carácter de los hijos mimados de los ricos, así evitar que se ablanden por su comodidad y dilapiden la fortuna lograda con agallas y sacrificio. Paradójicamente, eso fue lo que sucedió. Hasta casi la mitad del siglo XX, era jugado exclusivamente por jóvenes blancos, universitarios (léase élite) y ricos o quizá becados. Actualmente el 78% de los jugadores profesionales son afroamericanos; un 12%, hispanos, y el resto se reparte entre los demás grupos étnicos, palabras sobran, pero hay algo más al fondo. 

En mi commute(20) llego a Downtown Oakland, con sus edificios de orgulloso pasado obrero. El muchacho seguirá dentro del bus y dios sabe dónde bajará. Hace frío, el invierno es húmedo y tendiente a lluvioso aquí en el Norte de California. Brillan los pinos cardinales luchando por alcanzar los cielos, los robles (Oaks en inglés, de ahí viene el nombre de la ciudad) son reverenciados en cada espacio verde, y la neblina, que en el área de la Bahía tiene nombre (Karl), difumina mi visión. De ahí tomo el BART (Transporte Rápido del Área de la Bahía, por sus siglas en inglés). Estación de la calle 12 del centro de Oakland; pasaré por la estación de Oakland Oeste y atravesaré ese cuerpo masivo de agua en uno de los primeros túneles submarinos del mundo, llegaré a San Francisco; estación Embarcadero.

Ya se siente el ambiente de la gran final del football; se siente el “Super Bowl”, y el equipo del área de la Bahía es uno de los cuatro semifinalistas que pujan por el campeonato; los “San Francisco 49ers” (los del 49 de San Francisco por 1849, año de la fiebre del oro que hizo a esta zona, hasta el día de hoy, la tierra prometida dentro de EE. UU.). El sistema de buses, tranvías y metros de San Francisco (eléctrico, no contaminante) luce los letreros digitales apoyando al equipo: “Go Ninners!”. Los edificios gubernamentales cuelgan las banderas del país, del estado de California, con su oso, su estrella y el lema: “California Republic”; la bandera del ave fénix, símbolo de esta ciudad por el incendio de 1909, y la bandera de los 49’s, orgullo de Bay Area.

Ves a las y los oficinistas con sus bolsos, gorritas y hasta corbatas del mercadeo del equipo. Se enfrentan estos días a “Los Ángeles Rams”; los Carneros de los Ángeles en la final de vuelta de la confederación. San Francisco son los underdogs, los subestimados y con menos chances. Fiebre futbolera suave, de mucho respeto y tranquilidad, lo noto al subir la avenida Colombus, cerca del famoso edificio Pyramid Transamerica, rascacielos piramidal que junto con el puente Golden Gate simbolizan a esta urbe. Estos han sido destruidos, volados en pedazos, torcidos, azotados por Godzilla y sufrido otros destinos para la industria hollywoodense.

Carneros de Los Ángeles… el nombre da risa. Como si en el sur de California hubiese carneros. Otra de las peculiaridades de los EE. UU. y su mundo de franquicias deportivas.

Efectivamente, fútbol americano. Mientras llego a la esquina de Colombus y Broadway, ingreso a la mundialmente afamada City Lights. La librería de la Generación beat(21). Aquí publicó sus primeras obras Jack Kerouac: On the Road, The Dharma Bums. A unas cuadras, en la Little Italy/Pequeña Italia, se encuentra el Café Trieste, pequeño… de hecho feo y recargado de imágenes. Ahí, Mario Puzo y Martin Scorsese redactaron el guion original de El Padrino. Siempre repleto de turistas y música a todo volumen. No creo que ellos, hace 60 años, hayan podido trabajar con tanto ruido… en fin.

Frente a la librería está el Condor Toples A Go-Go, tiene una placa conmemorativa (¿?) que reza: “Aquí comenzó todo…”. Y así es, fue el primer strip club del mundo en mostrar el paquete completo (a buen entendedor pocas palabras), con la voluptuosa figura de Carol Doda, atrayendo a marineros, hippies y escritores en la década del Flower Power(22). Tal vez ahora ella se arrebataría con los promotores del club repartiendo volantes al ritmo del reguetón a plena luz del día; un hombre bajo y musculoso “vistiendo” solo un trapo sobre su pene erecto… ¡con una cacatúa en el hombro!, y una Cougar(23) de siliconas enormes en lencería rosa y plataformas transparentes, lanzando sonrisas y besos a todas y todos. Esto es Kearny Street… esto es North Beach(24). Bajemos la temperatura, a unas cuadras, Washington Square; ahí está la iglesia donde Marilyn Monroe se casó con el pelotero Joe DiMaggio (o por lo menos se sacaron la foto).

Volvamos a la librería y al fútbol americano. Tres niveles de puro libros y siempre llena, haces fila para entrar y hay gente de toda clase. City Lights es una parada turística obligatoria; si no pasas por aquí es igual que haber ido a China y no tener tu copia del Libro Rojo de Mao o no haber pisado la Gran muralla; un desperdicio total. Mientras bajo al último nivel lo veo, un poster. Él está de rodillas con la mirada al césped, las amplias hombreras rojas cubren sus brazos tatuados. De en medio nace una cabeza morena con un frondoso afro oscuro, mientras sus ojos perforan todo. Es Colin Kaepernick(25).

¿Y ese quién es? Es un jugador de fútbol americano, elMaverick”, el rebelde (de buen nivel, algo descollante). Hijo de madre soltera adolescente blanca y padre africano desconocido, fue adoptado por los acomodados Kaepernick, logrando que en lugar de ser una estadística más en el gueto —muriendo por consumo de drogas, en una guerra de pandillas o pudriéndose en la cárcel con perpetua—, Colin estudie con una beca deportiva. Todo un American dreamer…

Fue el jugador de los 49’s que se hizo famoso porque, para denunciar la brutalidad policial contra la comunidad afroamericana y en protesta por la letra racista del himno de EE. UU., se arrodilló durante la ejecución de sus notas (muy Black Panther(26), muy de Bay Area). Es el jugador que ha recibido insultos y amenazas de muerte, a quien el entonces presidente Trump se refirió como un “hijo de puta que había que despedir, al igual que a quienes siguieran su ejemplo”. El jugador que fue desvinculado de la profesión, pero sentó un precedente; quien con su gesto puso luz en la infranqueable fractura de una sociedad políticamente irreconciliable y que el resto del mundo desconoce. Aquí la gente decide en qué barrio o ciudad vivir en base a las preferencias políticas, y no es un Demócratas contra Republicanos; ese es el barniz superficial que hace digerible el caos abisal. Debajo hay algo más fuerte y profundo. 

No está en City Lights por relleno o suerte; Kaepernick tiene varias tesis de grado y libros en su honor. Simboliza a esa nueva izquierda que ante la crisis económica postpandemia, la desaparición de la clase media y el futuro cerrado para dos generaciones enteras, crece como espuma (millenials y generación Z en general han vuelto a vivir con sus padres, renunciando por millones a sus empleos al ver imposible concretar una vida digna).

Y aquí todo se divide: el equipo en el que jugó Kaepernick (49’s) representa, quieran o no, esa postura política. Los Carneros representan a la otra. En EE. UU. las cosas ya no se entienden si no es en dialéctica, incluso en el fútbol americano. Al final, Los Carneros clasificaron al “Super Bowl” (como si importara).

Vértigo

Mientras integro el proceso de readaptarme a San Francisco y alrededores, la vertiginosa vida aquí toma nuevos bríos. Los cambios son muy rápidos, y no significa que todo EE. UU. sea así; hay regiones que parecen estancadas en décadas pasadas, espero haya quedado claro que la discriminación estructural son las rayas de la cancha de la vida en esta mole económica. Y no es solo un tema racial, sino también religioso, económico y de género. A tiempo que ideo estas líneas, nuevamente el hombre (blanco mayoritariamente, heterosexual y bien macho, léase misógino) se ensaña contra su enemigo “natural”, la mujer.

Roe contra Wade… otro de esos precedentes jurídicos de los anglosajones, de los que suenan muy bien en las películas de abogados y casos intrincados. “El derecho constitucional a la privacidad protege el derecho de la mujer a elegir abortar.” Roe contra Wade. Corte suprema de los EE. UU. 410 U.S. números y letras. Caso histórico y noticia a escala mundial; Wade(27), como le llamamos los juristas, ha sido derogado. No va más. La piedra angular de las victorias feministas en EE. UU. (lucha pionera a escala  mundial), el derecho federal a decidir sobre su cuerpo ha desaparecido después de 50 años; un golpe demoledor… y bajo. La venganza simbólica del mediocre hombre (blanco) americano, quien envenenado de racismo, antisemitismo, xenofobia y misoginia da los manotazos de ahogado. Nunca aceptó que las mujeres tomen sus puestos de trabajo, hagan las cosas mejor que ellos y mantengan intimidad con “otros” colores u otras mujeres.

Sin embargo, mientras tomo un café en “Unión Square” y por la ventana veo a alguno que otro transeúnte entrar y salir de un AmazonGo (inteligencia artificial para venderte desde una taza), recuerdo a Trump insultando al mulato de Kaepernick, mientras este apoya una rodilla en el piso, a tiempo que suenan los acordes de The Star-spangled banner…(28), leo en la web que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas (los Oscar) pedirá disculpas a la activista y artista nativa americana Sacheen Littlefeather por el abuso soportado durante y después de la ceremonia de los premios en 1973.

Justicia poética… abuso cometido por, en aquel entonces, el máximo macho americano que ahora cae en decadencia, John Wayne. Ni corto ni perezoso, Wayne no dudó, aquella vez, en intentar agredir a una mujer, indígena, pobre y marginalizada, mientras ella daba un discurso reivindicatorio de un minuto. Y ni hablar de los abucheos e insultos que recibió. Recuerdo también a las mujeres en Downtown Oakland, al lado del hermoso lago Merritt: miles, vestidas con cientos de colores, de pie con sus pancartas al día siguiente de que Wade fuera derogado… algún efecto tendrá; ya van dos distritos históricamente conservadores a escala nacional donde las mujeres han volteado los resultados. En noviembre ellas votarán por millones, se harán sentir. 

Mientras pulo estas líneas, las cosas cambian nuevamente; las autoridades del estado de California han decidido que a partir de 2035 no se podrá conducir automóviles con motor de carbono o petróleo… todo eléctrico y/o autónomo (a poner en venta mi pequeño carrito second handed(29)). Interesante el reto de hacer una crónica/ensayo con cambios a tiempo real aquí en Bay Area

Bebo un sorbo de mi café latte, admiro el sol que siempre sale y pienso: “Hasta la vista, John Wayne”.

GLOSARIO

  1. La injera o inyera (pronúnciese “ínyera” o “ínyar”) es un pan plano muy fino, parecido a una crepa, que forma la base de cualquier comida etíope y de Eritrea.
  2. En español, cinturón del óxido. También conocido como Manufacturing Belt o cinturón manufacturero, es una región del Nordeste y Medio Oeste de Estados Unidos que ha sufrido un marcado proceso de decadencia industrial y económica a partir de 1970.
  3. Cinturón bíblico o Cinturón de la Biblia. Es un término coloquial utilizado para referirse a una extensa región de los Estados Unidos donde el cristianismo evangélico tiene un profundo arraigo social, circunstancia que se manifiesta nítidamente en la forma de vida de la población, en la moral y en la política.
  4. El Sur profundo, es una región cultural y geográfica de Estados Unidos. La expresión se aplica a diferentes territorios: Carolina del Sur, Misisipi, Florida, Alabama, Georgia y Luisiana, entre otros.
  5. Un “desierto alimenticio” es un área, especialmente con residentes de bajos ingresos, que tiene acceso limitado a alimentos asequibles y nutritivos. Por el contrario, una zona con supermercados o tiendas de verduras se denomina “oasis alimenticio”.
  6. Desde un punto de vista crítico, se refiere a los valores del segmento de población de EE. UU., identificado con las siglas WASP (blancos, anglosajones y protestantes, como fueron los primeros colonos de la costa Este), el consumismo y los conceptos denominados “sueño americano”, “religión civil americana” y “excepcionalísmo americano”, la creencia nacionalista-jingoísta en que los Estados Unidos son algo único en el mundo, el nuevo “pueblo elegido”.
  7. Vagabundo, por ende, sin hogar.
  8. AMERICA: The Farewell Tour. Hedges, Chris. ISBN  9781501152672.
  9. Muchachas y muchachos dorados.
  10.  NO SOCIETY: Western middle-class end. Guilluy, Christophe. ISBN 978-84-306-2283-2
  11.  En inglés, nigger es un término peyorativo racista dirigido a la gente de piel negra, especialmente hacia los afroamericanos.
  12.  Una persona que es adicta o usa regularmente crack (despectivo, argot, EE. UU.).
  13.  Jerga norteamericana; término referido al campo o área rural.
  14.  Personaje pelirrojo de Snoopy (Peanuts)
  15.  Es un término que describe a los miembros de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, sus elementos o sus equipos. Puede ser usado como sustantivo o como adjetivo.
  16.  “Barras y estrellas”; referencia a la bandera de EE. UU.
  17.  Currículo Vitae.
  18.  Persona aficionada o versada en tecnología.
  19.  MEDIOCRE: The Dangerous Legacy of White Male America. Oluo, Ijeoma. ISBN 9781541674752.
  20.  Americanismo: viaje diario entre ciudades.
  21.  En inglés: Beat Generation, se refiere a un grupo de escritores estadounidenses de la década de los cincuenta, así como al fenómeno cultural sobre el cual escribieron. Algunos elementos definitorios son el rechazo a los valores estadounidenses clásicos, el uso de drogas, una gran libertad sexual y el estudio de la filosofía oriental.
  22.  Fue un eslogan usado por los hippies a finales de los sesenta y principios de los setenta como un símbolo de la ideología de la no violencia. Se dice que el término fue inventado por el poeta estadounidense Allen Ginsberg, en 1965.
  23.  En español: mujer-puma. Es una expresión del argot inglés para definir a las mujeres que buscan una pareja más joven.
  24.  Es un barrio situado al noreste de San Francisco, contiguo a Chinatown y Fisherman's Wharf. Es considerado como la versión sanfranciscana de la Pequeña Italia, ya que tuvo una importante población italiana. También sirve como barrio rojo y zona habitual de entretenimiento nocturno.
  25.  https://es.wikipedia.org/wiki/Colin_Kaepernick
  26.  https://es.wikipedia.org/wiki/Partido_Pantera_Negra
  27.  https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-61806107
  28.  El estandarte estrellado, título del himno de los EE. UU.
  29. Anglicismo: Segunda mano.
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